miércoles, 22 de noviembre de 2017

¡Feliz día de Sta. Cecilia con "La nota que faltaba"!




Buenas tardes, queridos seguidores de mis ilusiones. Hoy solo quiero traeros de nuevo unas imágenes y unas letras de lo que se puede encontrar en nuestro primer álbum ilustrado, de sobra conocido por todos vosotros, que publicamos, Tania (reservados los derechos de autor. http://www.tristania.es/  http://artenuntris.blogspot.com.es/ https://www.facebook.com/tristaniarico ) y yo, con nuestra Editorial Kolima que tan bien se ha portado siempre con nosotros y de la que nos enorgullecemos (y no es peloteo). Y lo quiero hacer precisamente hoy porque esta historia está llena de amistad, de compañerismo y, sobre todo, de música. Y qué mejor que traerla este día en el que celebramos la Patrona de todos los músicos, Sta. Cecilia. A todos ellos, principalmente a todos los pequeños que se están iniciando en la música y a todos sus profesores que trabajan duramente con ellos, va dedicada esta entrada y nuestra historia.
Un abrazo fuerte, muy fuerte, a todos vosotros y recordad que debéis seguir soñando y siendo felices.
José Ramón.



Sax, un jovencísimo Saxofón Alto, intentaba poder llegar a formar parte de la banda del pueblo a la que pertenecían todos sus compañeros instrumentos, pero le resultaba muy difícil llegar a completar la escala musical que debía sonar, dulce y cálida, saliendo por su dorada campana.
Sus amigos trataban de ayudarle, aunque no les resultaba nada fácil.
Esta historia nos habla de música, de la base del conocimiento musical en los inicios del aprendizaje, siempre duro, de un instrumento musical.
En esta historia se transmite, a través de lo contado, lo importante que es, en la comunicación con los demás, el buscar las mismas referencias y puntos de encuentro para que ésta sea fluida y provechosa.
En definitiva, se trata de una entrañable historia en la que a través de la enseñanza musical nos asomamos, también, al mundo de las relaciones personales y del compañerismo y la colaboración, la amistad, y la labor de equipo, en el seno de un grupo como el que tenían Sax y sus amigos.




Ésta es la historia de Sax, un Saxofón Alto que todavía, como era muy pequeño, no había encontrado la manera de tocar todas las notas de su registro; es decir, todas las notas que un instrumento como él debería saber tocar.
¿Por qué no se lo enseñaban sus padres? os preguntaréis. Pues os contaré que su padre, un Saxofón Tenor, y su madre, uno Alto como Sax, eran dos prestigiosos instrumentos que viajaban dando conciertos por todo el mundo con su banda. Un fatal accidente de avión durante uno de esos viajes hizo que Sax se quedase solo. Desde entonces vivía con sus amigos instrumentos entre los que, por desgracia, no había ningún otro saxofón como él.
Los días para Sax transcurrían intentando ser capaz de tocar la nota “Sol” –era la única nota que le faltaba por aprender a tocar– para poder, como instrumento solista que era, interpretar cualquier canción que le gustase y, sobre todo, para formar parte con sus amigos de la magnífica banda que tenían. Él sabía cuáles de sus llaves deberían permanecer abiertas y cuáles cerradas para poder hacer sonar la nota que le faltaba: Sol. El problema era que no sonaba como debería y no encontraba quién pudiese enseñarle a hacerlo.


–Ven, Sax, que te voy a enseñar cómo tocar Sol –era Paiano, un joven piano que siempre que podía hacía lo imposible por ayudarle.
Paiano tocó “su” Sol –sonaba muy claro y muy fuerte– mientras Sax acercaba su campana para oírlo mejor.
Sax adoptó su posición para tocar Sol y… el sonido era distinto y apagado.
–Lo he oído bien, pero soy incapaz de reproducirlo –dijo Sax desconsolado.



–¡Espera, espera! –dijo Clarín, un clarinete muy delgado y nervioso–. Déjame intentarlo a mí.
Con su habitual hiperactividad, que chocaba con la tranquilidad del bueno de Sax, se metió físicamente en la campana de aquél y tocó tan fuerte su Sol que a Sax estuvieron a punto de saltarle por los aires las zapatillas de sus llaves. Todavía alterado y sin haberse repuesto del sonido de Clarín, intentó reproducirlo, de nuevo sin éxito…
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–¡A ver, a ver, un momento de atención! –acababa de llegar Guitar, una guitarra española muy alegre y dicharachera.
–Ven aquí, Sax, súbete en mi cadera y escucha…
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