jueves, 17 de diciembre de 2015

LUCES DE NAVIDAD





Hola, buenas noches, queridos amigos. Ya estamos encarando el final de un nuevo año y ya disfrutamos del último de sus meses: diciembre. Me gusta mucho este mes porque me cuenta que un nuevo año está terminando y, si ha sido malo, la alegría de que se vaya…por donde vino…es mayúscula; también porque espero con esperanza que el nuevo 2016 me quite el mal sabor de boca de éste 2015; si por el contrario ha sido un buen año, me permite recordar todos los buenos momento que tuvo y disfrutarlos ahora en mi memoria. De cualquiera de las maneras ya veis cómo enfoco este diciembre, todos los diciembres: siempre con alegría y esperanza de un mejor año o de uno igual que el que se ha ido. Para mí, diciembre, es siempre un mes muy agradable. Diciembre, para mí, es Navidad; es tiempo de añoranzas y de recuerdos; de recuerdos de momentos vividos con seres queridos que ya no están físicamente con nosotros…y digo “físicamente” porque es de la única manera en la que no están. Yo estoy convencido de que, precisamente en estos días, están muy junto a nosotros viendo y sintiendo como, todavía…y siempre, permanecen vivos en nuestra memoria. En este tiempo de Navidad es cuando más los echamos de menos; es cuando más cerca de ellos nos sentimos y cuando más vivos los notamos. Por ello me gusta tanto la Navidad: porque me transporta a otros tiempos en los que fui feliz con gente a la que quise y me quiso. Eso no quiere decir que ahora no lo sea, que lo soy, pero en este tiempo es cuando más recordamos aquellos otros que han tenido un significado especial en nuestras vidas.
Diciembre es para disfrutar estos recuerdos y para vivirlos en familia…a veces de manera difícil pues no todo el mundo vive la Navidad de igual manera: hay personas que no han soportado la pena de haber perdido a sus seres más queridos y no son capaces de encarar este tiempo de la manera que yo lo veo, y, para ellos, es un tiempo de tristeza y difícil de vivir. La Navidad no es tristeza; la Navidad es calidez, cariño, familia, amigos, alegría, añoranza, sí, pero añoranza con vida; añoranza con sonrisas y con sensaciones positivas. La Navidad es estar junto al que no la ve así y ayudarle a ver su Luz. La Navidad tiene luz y no hablo de la que vemos en las calles y escaparates que nos invitan (casi obligan) al consumo; me refiero a la “Luz de la Navidad”, a la que centellea junto al árbol, a la luz de nuestros ojos y nuestras sonrisas (bonitas, muy bonitas, en este tiempo), a la que transmitimos alrededor de la mesa el día 24 y que nos habla de todo a lo que me he referido hoy. La Navidad es perdón y saber ponernos en el lugar del que, quizá en este tiempo, pague con nosotros su desazón y su impotencia por no tener a su ser querido que desapareció ya hace tiempo, mucho o poco; porque quizá no soporte, como nosotros tratamos de hacer (la procesión va por dentro…), esas ausencias queridas; porque seguro que no puede, como nosotros, mantener con vida en su mente a ese o esa que le dejo demasiado pronto. La Navidad nos enseña a ponernos en el lugar del otro más de lo que estamos acostumbrados a hacerlo: es un tiempo de práctica de buenas actitudes. Yo veo la Navidad como un tiempo de “volver a empezar”; de decir: “hoy empiezo a querer de otra manera” y para ello me digo a mí mismo que la voy a disfrutar con intensidad, sin perder ninguno de sus detalles, que son muchos, algunos muy pequeños, y muy llenos de mensajes y contenido. Estamos ya a la puerta de estos días que para mí tienen siempre un significado especial y que me encantan. Yo, hoy, quiero ya desearos que paséis unos días muy felices con todo vuestro entorno querido, teniendo presente a aquella parte de ese entorno que ya os dejó y que no muere porque todavía siguen vivos en vuestra mente.
Y para ello os traigo este bonito cuento de Navidad que ya ha sido adornado con unas preciosas ilustraciones que redobla la calidez que quise transmitir a través de mis letras. La ilustradora es Laura Pastor (http://laurapastor.blogspot.com.es/ reservado todos los derechos), madrileña que ha sabido interpretar muy bien todo el encanto que tiene la Navidad y que traté de reflejar en este cuento. Laura, muchas gracias por querer compartir este proyecto de Navidad. Un abrazo desde nuestro espacio reservado a las ilusiones de todos nosotros.
“Luces de Navidad” ya estuvo en esta página y hoy os lo traigo de nuevo junto a una de las ilustraciones, en este caso la que será portada del cuento, que Laura y yo queremos mostrarla para vuestro deleite. Esperamos que os guste la combinación.
Bueno, pues os dejo con “Luces de Navidad” deseándoos una Feliz Navidad y que la paz llegue a vuestros corazones, familias y, en definitiva, a vuestros seres queridos con los que tenéis esa química perfecta. Un fuerte y cariñoso abrazo, de mi parte, volará hacia vuestros lugares de residencia durante este tiempo de sueños.
José Ramón.



Si hay una época adecuada para que nuestros deseos se cumplan, esa es, sin duda alguna, el tiempo de Navidad.
Esta historia es un canto a la Navidad que llevábamos dentro cuando éramos niños; a la Navidad que llevamos dentro ahora que no lo somos tanto. A esa Navidad en la que Los Reyes Magos, Papá Noel y el Árbol de Navidad, con su adornada majestuosa presencia, tienen un significado verdadero.
En este cuento de Navidad, Lucas, busca desesperadamente quien le pueda…………………………………………………………………………
“Luces de Navidad”, cuento de gran ternura, ilusión, sencillez y sobre todo de Navidad, nos la acerca a aquellos a los que la Luz de la Navidad nunca se atenúa en nuestro interior.

Ya llegaba la Navidad a aquellos parajes de ensueño −por lo menos es lo que nos parecería a cualquiera de nosotros−, y la nieve empezaba a blanquear las altivas y elegantes montañas que contribuían a crear ese ambiente sereno que envolvía al valle en un abrazo singular, en esa mañana en la que Lucas estaba un poco disgustado con su padre.
―Papá, por favor, deja que sean éstas las últimas Navidades que pasemos aquí ―suplicaba Lucas desesperadamente.
―Ya te he dicho que está previsto que este año nieve más de lo normal y que, si permanecemos aquí, seguramente quedaremos aislados todo el invierno. Ya sabes que no queda nadie en el valle. Todos se han ido trasladando a la ciudad pues ya no queda trabajo por estos lugares… ―intentaba razonar con el pequeño Lucas que, a pesar de su corta edad, ocho años, comprendía perfectamente lo que su padre le decía, aunque se resistía a aceptarlo.
Todos los años tenían la misma conversación, pero con final distinto. Éste parecía el definitivo pues las previsiones meteorológicas se presentaban decisivas a la hora de que su padre no retrasase más la partida.
En la ciudad no podría adornar su querido abeto de tres años que, en el jardín de la casa, ya se erguía majestuoso, creciendo y creciendo, día tras día, con vocación de llegar a ser el más alto y elegante de todos los que allí se alzaban recios y desafiantes a los vientos, las lluvias y las ya próximas frías y blancas nieves. Con este pensamiento, Lucas, se entristecía. La Navidad sin su abeto…….. no sería la misma.
……………………………………………………………….
―Venga, Lucas, ayuda a mamá y a tu hermana a meter las cosas en el coche, que se nos hace tarde ―urgió su padre con impaciencia.
No sé cómo lo voy a hacer, pero ……………………….. se prometió Lucas mientras corría al trastero en busca de la caja que contenía ………………………….
Ya en la ciudad, no dejó pasar ni un día; mejor dicho, no dejó pasar ni una noche sin pedir a Dios que enviase a “alguien” –unos angelitos estarían bien, pensó− para que …………………………………………………………………………..
Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente eran fijos en sus peticiones diarias: “esos sí me harán caso, decía. Siempre me han traído lo que les he pedido…”, decía totalmente seguro y con confianza. “Les escribiré una carta y les pediré que hagan un alto junto al abeto y ……………………………………………………………………..
Llegó el día 24 de diciembre.
El valle lucía completamente nevado como predijo el padre de Lucas. La circulación en vehículos no era posible, por lo que era una realidad que la casa de Lucas quedó totalmente aislada. Eso no significaba que no tuviese vida a su alrededor…
El Sol se dejaba caer sobre el valle y, apoyándose en la fría nieve, se reflejaba con fuerza intentando calentar todo aquél que lo buscase en aquellas gélidas jornadas. La nieve blanca, suave y fría, muy fría, acogía por aquí y allá alguna que otra huella de algún animal vagabundeando en busca de algo que llevarse al estómago, empresa difícil debido al grosor de la nieve caída los últimos días. El ambiente era cálido, a pesar del frío; se oía el silencio y el rumor del viento paseándose por el manto blanco y acariciando las hojas no caducas de los recios abetos. También se divisaban huellas de cazadores que se aventuraban por aquellos rincones en el frío invierno de aquél veinticuatro de diciembre, en busca de algo que aportar a la cena familiar que ya en todos los hogares se empezaba a preparar…menos en las casas del valle que se habían quedado sin el calor familiar de sus habitantes.
Era ya media tarde cuando…¿qué bullicio es aquél que está rompiendo la paz del valle? ¿qué está pasando en el tejado de la casa de Lucas? ¿Y esos trinos y píos, píos de pájaros? Un montón de pájaros se apelotonaban, haciéndose hueco con el ansioso batir de sus pequeñas alas, para introducirse, los primeros, por la chimenea de la casa……………………………………………………………
¿Pero quiénes se acercan por allá a lo lejos? Estaba ya anocheciendo y era difícil ver de quién se trataba. ¡Ya los veo! ¡Qué bonitos camellos traen! Sí, son los tres Reyes Magos que se acercaron por aquellos parajes solitarios para cumplir lo pedido por Lucas en su carta, aunque sabían que hasta la noche del cinco de enero no era el momento de manifestarse en los hogares que con tanto nerviosismo los esperaban. Quisieron hacer una excepción, pues la ocasión lo merecía en aquél frío 24 de diciembre.
……………………………………………………………………………………
El silencio volvió al valle aunque, para ser más exactos, se dejó acompañar por los acordes de una conocida canción de Navidad que a lo lejos se dejaban sentir.
Estaba ya entrada la noche y desde las cumbres majestuosas que circundaban el valle se podía ver ……………………………………………………………….


sábado, 14 de noviembre de 2015

CÁLIDO DESIERTO: "VIENTO DEL SUR"




Hola, amigos, buenas noches. Casi un mes desde la última vez que os contaba cosas ha volado y se me ha escapado sin darme cuenta y sin aprovecharlo todo lo que quería, que no era, ni más ni menos, otra cosa que pasarme por aquí y compartir con vosotros mis pensamientos. Dejamos atrás hace muchos meses los calores del verano, pero este buen tiempo que hemos disfrutado por España esta semana pasada me ha traído a la mente, de nuevo, mi cuento del cálido desierto. “Viento del Sur” no nos visitaba desde hace un año y no lo hacía porque no ha habido novedad alguna en relación a una posible editorial interesada en publicarlo: sigue siendo mal momento para que una editorial se aventure con un escritor nuevo, como es mi caso. La autoedición siempre está en el horizonte, pero considero que la calidad del cuento es grande y la de las ilustraciones excelente, para que no haya una editorial que apueste por “Viento del Sur”. Sólo hay que esperar a que la crisis desaparezca del mundo editorial y, por ello, tanto Marta (experimentadísima ilustradora argentina, con más de treinta cuentos ilustrados publicados: http://www.ediciona.com/marta_rivera_ferner-dirf-3027.htmhttp://paistodojunto.ultra-book.com/. Reservados los derechos de autor) como yo, seguimos intentándolo y llamando a las puertas de editoriales que no tienen la buena costumbre de contestar a nuestros mensajes…Bueno, peor para ellas; nosotros a lo nuestro, que no es ni más ni menos que tratar de disfrutar de estos minutos paseándonos, entre amigos, por este espacio cálido. Cálido era también el viento que venía del sur y que hoy, esta noche, nos permite sentirlo y dejarnos envolver por su atmósfera para fabricarnos nuestro momento: ese que deseamos encontrar cuando recibimos el mensaje de que quiero entrar en contacto con vosotros, o, cuando echando de menos estos momentos, pasáis por aquí esperando encontrar algo nuevo en el diván de los sueños de mis historias.
Hoy os vuelvo a intentar introducir en el mundo del vacío y de lo imprescindible; en el mundo de la felicidad básica, de la que se tiene en familia cuando la familia es eso: un lugar de seguridad, cariño y protección, en este caso frente a la dureza del desierto amable. Parece una paradoja el pensar que algo duro es, a la vez, amable…El desierto tiene que ser duro, porque esa es la única manera de proteger a sus habitantes que se confunden con sus microscópicos granos y que, a veces, son engullidos por sus tormentas de arena, como en el caso de este relato. Pero el desierto es también amable: deja vivir a sus nómadas en un terreno espectacular al que la noche adorna con millones de lucecitas que pugnan por ser las que más iluminen las duras facciones de sus hombres azules recogidos a la lumbre del ritual del té. En las noches limpias, sobre todo, crean ambientes naturales de calma y sosiego, en los que de soslayo disfrutan del espectáculo estelar, mientras escuchan todo aquello que sus mayores cuentan y que portan en lo más interno de su ser: regalo de generación tras generación. Es hora del descanso nocturno y, en silencio, entre los ropajes que destiñen sus colores, los pequeños y los mayores buscan tumbarse, entre cueros de cabra y olor a rancio secular, protegidos por la piel de camello que dan forma a sus haimas. ............Yo, ahora, también me retiro a descansar. Os dejo con “Viento del Sur”. Feliz noche queridos amigos.

  “Viento del Sur” nos permite acercarnos al seno de una familia nómada y vivir y sentir, a través de la historia contada, la acogedora calidez de sus gentes y la sencillez y fragilidad de sus vidas en manos, siempre, de un desierto protector unas veces, y otras cruel, inhóspito e implacable.
En este relato se ensalzan los valores de la familia y las tradiciones que, de abuelos a nietos, se traspasan como un tesoro de valor incalculable, pues representan los verdaderos cimientos de toda una vida nómada entre arena, cabras y dromedarios; castigada, a veces, por el viento que venía del sur.

El cielo era como una bóveda que acogía todo lo que, en la noche estrellada, alcanzaba a ver aquellos ojos cansados tras la dura jornada.
Todo brillaba como si algún ser superior hubiera encendido, una a una, las estrellas que colgaban, elegantes, de ese oscuro universo tan característico de las noches del desierto.

Ahmed y su mujer Zaila contemplaban noche tras noche semejante espectáculo  y, por ello,  se sentían unos privilegiados y agradecidos  a ese Ser superior que todo lo controlaba. Daban gracias, también, por haber llegado a la noche vivos y con buena salud, de la que gozaban, igualmente, sus tres hijos: Habib, que ya era un hombretón con sus dieciséis años; Ahmed de trece y que recibió el nombre de su padre; y Haira, de tan sólo seis.
…………………………………………………………………………………



En las noches de paz como aquélla, Ahmed contaba historias a sus hijos, al igual que lo hicieran en tiempos, su padre y su abuelo.  De esa forma, se conseguían transmitir de generación en generación.
Una de ellas hablaba de los días en los que soplaba el temido Viento del Sur. Un viento terriblemente cálido  que hacía secar los pozos de agua que, aunque escasos, permitían la supervivencia del pobre pueblo nómada al que pertenecían los protagonistas de esta historia. En esos días, cuenta la sabiduría del desierto, solía, por sus arenas, vagar un esbelto Tuareg sobre un dromedario blanco,  con dos grandes tinajas a cada lado de la única chepa del animal, portando el agua más fresca que se pudiera imaginar para socorrer a sus protegidos, los nómadas del desierto………………………………………………



sábado, 17 de octubre de 2015

CARGO BLUE


Buenas noches, queridos todos que os acercáis por estos lugares para buscar un momento de tranquilidad en mis relatos. Cada vez sois más y de muchos destinos muy alejados: hoy, por ejemplo, hemos recibido la visita de amigos de Rusia, no sé si españoles residentes allí o de propios rusos a los que han llegado mis ilusiones en su idioma. Esta es la magia de internet: que podemos pasar un rato juntos, cada uno desde su lugar, sin importarnos y sin que sea un obstáculo la distancia. Y de esto habla el relato que os traigo de nuevo a este recoveco en nuestras rutinas que es nuestro blog. “Cargo Blue” es más que un cuento: ya os decía en una de las entradas anteriores, en las que os hablaba de él (las entradas son las del 19 de mayo y 6 de octubre de 2012 y la del 29 de diciembre de 2012. Os recomiendo que os deis una vuelta por ellas.), que ha significado mucho para mí. “Cargo Blue” fue mi primer cuento y con él empecé a escribir y a meterme en mis historias y disfrutar con mis fantasías que buscaban esa libertad que a veces ansiamos y no siempre alcanzamos: libertad para hacer lo que me apetecía y, en este caso, para, sin cortapisas y sobreponiéndome a estereotipos que me impedían ser yo, escribir para contar; contar para sentir; sentir para transmitir; transmitir para compartir, compartir con vosotros, con los que quieran disfrutar de mis historias y de mis simplezas; compartir lo que siento y lo que quiero transmitir a los que quieran aceptar que este espacio también es de ellos; libertad para disfrutar de una válvula de escape por la que me cuelo en un mundo propio y compartido en este rincón de citas con las ilusiones y la literatura infantil, para niños y mayores. Me gusta saber que estamos juntos y disfrutando de las mismas fantasías que nos transportan, a unos, a su niñez; a otros, a las de nuestros hijos, sobrinos, nietos, etc; a los más, a lo que nos hubiese gustado hacer, pensar, soñar en una época determinada con un sentido especial para nosotros.
Esto es “Cargo Blue”: mi historia primera, mi fantasía más sencilla y entrañable. “Cargo Blue” es mi puerta a este mundo apasionante del contador de relatos. Con “Cargo Blue” mi pluma se hizo realidad y permitió que nuevas historias viesen la luz.
“Cargo Blue” sigue a la espera de un ilustrador diferente y peculiar. Sigo sin ofrecerlo porque no he encontrado a la persona que pueda darle vida. “Cargo Blue” necesita “su” ilustrador y no me vale cualquiera. “Cargo Blue” es una historia singular que llega a niños y mayores por igual. “Cargo Blue” emociona, y os puedo decir que he visto gente sensible permitirse ceder una que otra lágrima mientras se dejaba abrazar por su historia. Es, realmente, una historia especial y todo lo especial requiere su tiempo, en este caso, para ver la luz.
Este relato de vida nos habla de distancias que nuestro personaje recorre. Nos habla de lugares que, a pesar de lo alejados que están, logran conectar sus realidades a través de él, de nuestro pequeño avión de carga.
Amigos, es para mí, de nuevo, un verdadero placer volveros a traer mi primera ilusión, y la más preciada, de mis un poco más de veinte cuentos. Espero que la disfrutéis y que ello os compense del largo mes que, por motivos de trabajo, me ha tenido apartado de vosotros.
Un abrazo cariñoso viaja ya, a través de Internet, hacia los lugares en los que me estáis leyendo.
Feliz noche de otoño.
José Ramón.

“Cargo Blue” es la historia de un joven, feliz y responsable avión de carga.
Abrazado a él –porque en el discurrir de la historia se desea abrazarlo…- nos guía por su vida y nos presenta a sus amigas, las nubes. Sí, Cargo Blue no tiene más amigas que las algodonosas nubes blancas que le arrullan y le dan el calor que no tiene en tierra firme.
Ésta es una tierna historia en la que se nos sugiere que la belleza y riqueza de las personas no es siempre lo que se nos muestra de ellas exteriormente, sino lo que guardan en su interior.
“Cargo Blue”, desde el momento que fue escrito, no ha dejado de ser una referencia y guía de estilo de vida, no siempre fácil de seguir.

Me llamo Cargo Blue y mi vida no podemos decir que sea atractiva. Si hay una palabra que la puede definir, esta es Soledad u Olvido. Cualquiera de las dos están muy unidas al día a día por el que discurre mi vida desde que, hace pocos años, pues todavía soy muy joven; relevé a mi padre, un viejo avión de carga, al que, por su edad, no se le permitió volar más.............................................................................

Pero, ¿sabes qué es lo que menos me gusta?; que no se lo puedo contar a nadie, porque estoy solo. Bueno, tampoco es muy cierto esto que digo, ya que hay veces, una por semana más o menos, en las que por las noches entran sin avisar algunas personas con unas viejas máquinas que hacen mucho ruido y desprenden un humo que me hacen toser; me abren la panza y empiezan a meter muchas cajas y mercancías en mi interior. Eso me indica que, a las pocas horas, normalmente de madrugada, debo de iniciar mi viaje con mucho sueño por el despertar temprano. Ahora soy joven y no me importa demasiado, pero lo mismo hacían con mi papá y el pobre ya era muy mayor para eso.
El viaje, como te cuento, lo inicio cuando el Sol todavía no ha salido; hace frío y muchas veces hay una niebla que, encima, me dificulta la visión. Me gustaría tener una bufanda para no pasar tanto frío, pero es que no existen bufandas tan grandes para aviones.................................................................................................

 Lo que daría, aunque sólo sea eso, por estar aparcado junto a ellos, cuando están recibiendo a familias con niños. Me gustan mucho los niños pues, aunque son un poco revoltosos, , hablan mucho y se ríen, y cuando corren por los pasillos del avión, hacen.............................

Un día cambió mi vida. Por la noche llegaron los hombres de siempre, con la máquina del humo negro, y me llenaron la panza de más cajas de lo normal. Estaba asustado porque no estaba acostumbrado a tanto peso.
Al llegar la hora de salir, abrieron las puertas oxidadas de mi hangar.................................

Como digo, aterricé entre polvo y piedras y me hice un poco de daño en una rueda, aunque el susto y el dolor se me pasaron rápidamente.  ..................................................


sábado, 19 de septiembre de 2015

¡QUÉ EMPIECE EL ESPECTÁCULO!






Hola, amigos. Ya terminadas las vacaciones de verano, tras mi última entrada de agosto, y superada la depresión post-vacacional, os quiero traer una historia llena de vida, ilusión y ajetreo para animarnos al comienzo del curso y año escolar. También porque echo de menos traeros mis cuentos y mis ilusiones. En las últimas entradas he dejado volar mi imaginación tratando de transmitiros lo que mis ojos veían y disfrutaban, y ahora quiero de nuevo envolveros con mis historias y las magníficas ilustraciones de "mis" ilustradores. ¡Qué empiece el espectáculo! es uno de mis cuentos, para mayores y pequeños, que no me canso de traerlo a esta ventana al mundo que es nuestro blog: porque es uno de mis preferidos y por la calidad de las ilustraciones que tenemos preparadas para que el cuento pueda ser aceptado por una editorial. De momento está participando en algún concurso fuera de nuestras fronteras y estamos esperanzados en que podamos tener esa suerte que al final se necesita para poder publicarlo. El cuento tiene la calidad suficiente para que eso pueda llegar a convertirse en realidad: las ilustraciones de Laura Vazval (reservados todos los derechos de autor. http://lauravazval.blogspot.com), con su genial manera de interpretar lo que escribo, han hecho de este cuento una obra de arte. Al menos eso nos parece a nosotros. Gracias una vez más, Laura, por la suerte  que he tenido de haber compartido este proyecto contigo.
Ahora crucemos los dedos para ver si nos mira la diosa Fortuna. J
Otras entradas sobre este cuento las podéis encontrar en los días: 9 de junio, 22 de octubre , 16 de diciembre y 26 de enero de 2012, 21 de abril de 2013 y 11 de octubre y 27 de diciembre de 2014. En ellas podréis admirar el resto de las ilustraciones de este cuento que los más antiguos amigos de este blog ya conocen.
En ¡Qué empiece…! se nos habla de un circo, con todas las palabras. De un circo completo y con una manera de hacer las cosas que nos gusta a todos los que apreciamos la labor, el trabajo duro y la vida de sacrificios que llevan los artistas que lo componen. Sin embargo, tampoco falta ese desasosiego que notamos cuando, animales de la categoría de leones, cebras, osos, camellos, etc, vemos que viven encerrados en sus recintos reducidos…
El circo Markus era un circo en el que los animales eran lo prioritario y los cuidados que tenían sobre ellos estaban muy lejos de lo que podríamos pensar al verlos en su espacio de vida reducido. Era un circo de los que nos gustaría que muchos otros, reales, copiasen esa manera de disfrutar con los animales y transmitir lo que son y el respeto que debemos de tenerles. ¡Qué empiece...!, con su circo Markus, fue creado para, además de proporcionar entretenimiento con la historia que se cuenta, enviar este mensaje de cuidado, atención y, sobre todo, respeto por lo animales.
Pues os dejo con ellos y con las ilustraciones de mi querida Laura. Espero que lo disfrutéis. Feliz noche y recibid un fuerte abrazo.

En “¡Qué empiece el espectáculo!” se cuenta cómo un modesto circo, el Circo Markus, se sobrepuso a una grave situación que se le presentó durante su temporada de actuaciones en aquella Villa. El Circo protagonista de esta historia era conocido por sus bien cuidados y amaestrados animales. Ellos son los protagonistas de este relato…bueno, ellos y sus cuidadores.
¡Qué empiece el espectáculo! es un buen ejemplo de cómo el Espíritu de Equipo y el Compañerismo, valores que poseían los integrantes del Circo Markus, son básicos para salir de cualquier situación por complicada que parezca.

¡Se apagan las luces!
Un rumor recorre los distintos niveles del graderío.........


Pero si por algo era mundialmente conocido el circo Markus, era por los animales que ponía en escena. Sí, el mago, los equilibristas, los artistas sobre bicicletas de una rueda, los payasos,…todos eran espectaculares; pero los animales que poseían no sólo eran conocidos por lo bien amaestrados que estaban –que lo estaban y mucho–, sino por los cuidados exquisitos que recibían de sus cuidadores. Los leones, los dos elefantes, el dromedario, las cuatro cebras…, los monos –éstos sí que eran graciosos–, cinco monos con una inteligencia prodigiosa. ¿Qué me dicen del oso Guski?, tan grande, bonachón y a la vez tan fiero; con esas garras y ese gruñido que amedrentó a toda la concurrencia. 


Sí, los animales lo eran todo en el circo y sin ellos no gozaría del prestigio que tenía más allá de por donde el Sol se pone.


.....................................................
Sólo quedaba que el hombre de la chistera y metido en impecable frac dijese con voz más potente que nunca: ¡Qué empiece el espectáculo!
.....................................................




lunes, 24 de agosto de 2015

LA PERDÍ

Hola amigos de todas las ilusiones y los mundos y situaciones que pretendo plasmar y compartir con vosotros. Buenas noches a todos.
Como ya sucedió, en marzo de este año, hoy os hago partícipe de un pequeñísimo nuevo éxito que no por eso deja de ilusionarme. Resulta que  participé en otro de los concursos de microrrelatos convocados por Diversidad Literaria (http://www.diversidadliteraria.com/). Éste ha sido convocado durante el verano. En esta ocasión se trata de un concurso en el que los participantes deben hacer referencia en sus relatos al amor: muy apropiado en estos meses de verano en los que nacen amores y situaciones románticas que se nos hace imposible pensar que un día no serán más que un amor de estío…Algunas perduran, ¡ojo! Éste es el tiempo en el que, a los que nos gusta el romanticismo de la vida, disfrutamos escribiendo sobre ello. He tenido suerte de que este concurso denominado “Porciones del Alma” se haya convocado justo ahora, en verano, y me haya brindado la oportunidad de escribir sobre el amor. Concretamente lo he hecho, en mi microrrelato, sobre la indecisión que a veces no asalta cuando queremos decirle a alguien que nos ha impresionado con su presencia, su estilo, su mirada, su sonrisa…qué sé yo…, lo mucho que nos gusta y lo mucho que deseamos pasar el resto de nuestro tiempo con él/ella. Mi relato transmite esto y la impotencia y pena por…lo cobarde que somos a veces en temas de amor…
Bueno, pues participé y, como pasó en su momento con mi microrrelato “Té verde”, que ya conocéis, me han seleccionado para, junto con otros, formar parte del libro de microrrelatos de los presentados al I Concurso “Porciones del Alma”. Se han presentado al concurso más de 1.500 y sólo un poco más del 50% se han elegido para formar parte del libro. Si estáis interesados podréis adquirirlo clikando en la foto que aparece en el lateral derecho de vuestra pantalla, con la foto del libro en cuestión. Como en el caso anterior yo no gano nada en esto: el premio era ser seleccionado para formar parte del libro, sin ningún tipo de remuneración. Pero os lo cuento por si os gustan los microrrelatos de amor y porque el mío estará entre sus páginas.
De todas formas yo, que me siento en deuda con vosotros que acudís a vuestra cita con mis ilusiones de manera tan fiel, quiero regalároslo hoy aquí para que disfrutéis con él... y si no os molesta me gustaría recibir vuestros comentarios sobre lo que os transmita…si es que algo os transmite J.
Amig@s, recibid con mi cariño un abrazo tan apasionado como el de un amor de verano. 

José Ramón.



La Perdí.

Quizá no supe decirle, en su momento, todo lo que precisé decirle. Ahora ya es tarde: ella no está y yo ya no estoy para esto. Quizás tuve que decírselo cuando por primera vez me embriagó su perfume en ese “hola” cercano, muy cercano. Ahora ya es tarde: su perfume está con otro y yo me estoy muriendo…de pena.


lunes, 17 de agosto de 2015

TEJAS, ESPUMA Y SAL



Buenas noches amigos. Época de vacaciones, de veraneos, de descanso, de dejar nuestras ocupaciones rutinarias y no mirar atrás, de salir corriendo con una sonrisa de oreja a oreja, de ajetreos, aunque distintos a los de todo el año. Época de olvidar toda rutina. Verano deseado y que cuando menos lo esperemos ya se ha pasado y nos deja sólo recuerdos, la mayoría buenos: nos deja el sabor de un amor encontrado y de una despedida prematura y también de promesas hechas que no sabemos si podremos llegar a cumplir…Sí, estamos en pleno verano aunque los más pesimistas sólo ven que parece que lo estamos terminando. Yo no soy de ellos, lo sabéis bien, y aún veo que queda mucho, o, al menos, bastante por disfrutar. Y hablando de disfrute, yo ya terminé la quincena que me reservé para perderme en un bonito lugar que hoy, siguiendo la tónica de entradas pasadas, pretendo someterlo a vuestras dotes adivinatorias.
Está localizado en la costa levantina. El sitio en cuestión, y ahí va la primera pista, tiene mucha relación con alguien que fue Papa, no de todos, en aquel tiempo ya lejano. Se encerró por aquellos lares de mi deleite y su nombre nos habla de un famoso satélite…
El lugar de mis cortas vacaciones —siempre son demasiado cortas, al menos para los que las vivimos tan intensamente como lo hago yo— está protegido por un mar en calma que disfruta acariciando, como si de las curvas de una…guitarra…se tratase, una preciosa bahía de aguas turquesas y fondos sobre los que caminar es un placer añadido. Una bahía maravillosa de día y sugerente de noche.

La verdad es que no hay mucho que hacer por allí a parte de disfrutar del Sol, de la arena despegada y de la espuma que refresca nuestra piel bronceada. El ambiente es familiar, pensado para el disfrute de todos aquellos cuyas opiniones, generalmente, no tenemos en cuenta y nos importan bien poco a la hora de hacer nuestros planes vacacionales. Para estos bajitos a los que me refiero se sucedían, por doquier, multitud de actividades.
Que la vocación del lugar fuese el enfoque familiar con los pequeños tenía, para nosotros, varias ventajas: los precios eran más bajos que los supuestos para un lugar de costa en verano y nos permitieron disfrutar varias veces de un buen menú mediterráneo de cara al mar del mismo nombre; la calma más allá de las doce de la noche era absoluta, lo que permitía descansar y madrugar para hacer deporte junto al mar: en mi caso disfrutaba, días alternos, de la carrera y la marcha nórdica.
Os aseguro que en mi lugar gocé de buenos momentos, conmigo y mis pensamientos, disfrutando de la inmensidad del mar que se me presentaba con una visión flanqueada por evocadoras palmeras; 

por la noche, fue un placer estar acompañado por la Luna llena que acostaba su luz prestada sobre las olas del mar, a esas horas ya calmo y descansando, y que día a día fue menguando, mientras me indicaba que iba creciendo…ya sabéis lo mentirosa que es la Luna por estas latitudes… , hasta dejarme con su recuerdo, el resto de las noches.

 El Sol, y es otro de los momentos, envidioso Él, hacía lo propio con su luz, acabando de despertarse y en su protagonismo sin discusión: yo iniciaba a desperezarme y calzarme mis zapatillas de correr.

Pero todo esto que os cuento quedaría incompleto sin dos elementos que hacen que la visita al sitio en el que estuve, de esta costa aromatizada por el azahar, sea de carácter obligado para el que no lo conozca. Me refiero al magnífico castillo incrustado entre un enjambre de callejuelas, de incomparable belleza, en las que los colores típicos de los pueblos marinos se entremezclan con las señas de identidad de los pueblos ceramistas a los pies del Maestrazgo. Y ya no doy más pistas tan claras…
El otro elemento es una de sus señas de identidad, al menos para sus gentes. Para el resto no tanto pues lo descubrimos al mirar por la noche al castillo iluminado: pared con pared con el almenado se encuentra un faro —los faros son mi debilidad ¿no os lo he dicho nunca?. Tengo fotos de todos los que me he encontrado a mi paso en mis viajes…y os aseguro que han sido muchos—. Un faro que, en perfectas condiciones de uso, proporciona su cristalina luz, con código propio para la navegación, y que, seguro, ilumina, además y sobre todo, las ilusiones de sus gentes marineras que con su esfuerzo diario aportan su granito a la economía de la zona.
Hasta aquí, la adivinanza y espero que muchos ya sepáis dónde pasé mis días de descanso.

Y ellos, los marineros, sean de donde sean, vayan a pescar a donde vayan a pescar, y regresen tan cansados como regresen de una dura noche de trabajo, son parte del sustento de los protagonistas de la historia que hoy, también, os traigo. Ellos son Galvia y Violeta, dos gaviotas de patas amarillas. Este cuento os lo traigo por segunda vez pues, desde el ya un poco lejano mayo de 2013 en el que os lo presentaba, hay un buen montón de nuevos amigos que se han hecho fieles seguidores de nuestro espacio y para que no tengan que buscar en las casi 95 entradas publicadas que ya tenemos (de todas formas no sería difícil pues en el lateral tenéis la guía para acceder rápidamente a cualquiera de ellas, únicamente tenéis que abrir los desplegables y trasladaros a la fecha en cuestión…es muy fácil) se lo traigo yo hoy aquí, pues el tema del verano le viene muy bien a la historia.
Este entrañable relato nos habla de dos gaviotas ilusionadas…también las gaviotas lo están…a su manera, me imagino…; pues eso que decía, se trata de dos gaviotas que en breve van a tener un nuevo miembro en la familia, de patas amarillas, como ellas, claro; y ese proceso va a estar no exento de alguna complicación…
Bueno, amigos, os dejo que lo disfrutéis, de momento sólo con mis letras pues todavía estoy buscando el ilustrador/a que sea capaz de darle vida en la manera que yo me lo imagino. Tuve una ilustradora muy buena que se comprometió conmigo pero…rompió este compromiso pues tenía asuntos que atender…ella sí era una de las adecuadas para ello y estoy seguro que en breve encontraré a quién quiero entregarle el cuento y compartir proyecto en la manera que ya conocéis lo vengo haciendo con el resto.
Buenas noches queridos tod@s y recibid un largo abrazo en una noche de verano a orillas del Mediterráneo.


Dejándonos mecer por las cálidas corrientes de aire que acariciaban aquel bonito y discreto puerto pesquero, nos adentramos en el mar disfrutando de la blanca, salada y divertida espuma…¿Nuestros guías? Pues dos  bellas gaviotas patiamarillas: Galvia y Violeta que, a través de esta historia, nos cuentan algo de su forma de vivir y de sus ilusiones…sí ellas también las tienen; y nos enseñan a compartir con ellas espacios que en principio los tenemos reservados a nosotros.
Esta entrañable historia nos habla de respeto y cariño por los animales mientras sentimos el suave roce de la brisa marina.  

Lo bueno que tienen las corrientes de aire, entre otras cosas, es que, aprovechadas convenientemente, ayudan a recorrer grandes distancias con un esfuerzo mínimo.
Eso lo sabían de sobra Violeta y Galvia: una pareja de gaviotas, de pico y patas amarillas, que llevaban ya un par de años volando juntas; unas veces, en alta mar, dejándose mecer por aquellas cálidas corrientes de aire; otras, formando parte de esa escolta que anuncia la llegada de un barco de pesca en su regreso a casa, tras toda la noche faenando, cargado de pescado.
Au-kyee-Kyee…decía Violeta, contenta por todo lo que se avecinaba…
Au-kyee-kau-kau-kau contestaba Galvia, feliz también por las ilusiones que llevaban compartiendo en los últimos días.
Ese sonido que puede parecer de angustia y extremada agonía, en realidad es una parte entrañable de los pueblos bañados por el mar y sin la que no se concibe la vida en ellos. Los quejidos de las gaviotas interpretan los “solos” de la melodía marina, en la que el murmullo suave y rítmico de las olas al romper en la playa, junto a las roncas bocinas de los barcos en sus llegadas y partidas de los puertos, representan el acompañamiento.
Así se estaba comunicando la pareja de gaviotas patiamarillas mientras surcaban los cielos a escasas millas de la costa. Trataban de adivinar, entre la calima que a aquellas horas de la mañana abrazaba el litoral, la llegada de alguno de los barcos pesqueros, con las bodegas llenas de pescado, que regresaban a sus hogares tras una noche de trabajo agotador entre el vaivén de las olas, el sudor de sus frentes y el penetrante olor a gasoil. Así, solucionarían sus problemas de alimentación para el día que estaba aún despertando.
Galvia, debemos decidir dónde vamos a colocar el nido dijo Violeta con cierto aire de preocupación. En pocos días será la puesta de huevos y debemos pensarlo bien para que nuestros polluelos crezcan seguros concluyó, asumiendo ya la responsabilidad de su futura maternidad.………………………………………………………..
Mira esa ola que se está formando. Dijo Violeta mientras se lanzaba sobre ella: le apasionaba mezclarse con la espuma que se iba formando, para a continuación nadar impulsándose con sus patas provistas de unas muy eficientes membranas que unían sus dedos. Estaban felices pensando que pronto serían padres de tres o cuatro polluelos a los que les enseñarían todo lo que ellas sabían.……………………………………..
Papá, ¿cuándo vas a arreglar la antena de la televisión? Siempre se fastidia cuando estoy viendo la serie que ponen todos los martes y ya sabes que me gusta mucho le dijo a Armando su hijo, enfadado porque su padre le prometía y prometía…, pero la antena seguía estropeada.
……………………………………………………………………….
Ahora la urgencia era terminar, sin dilación, de acondicionar el nido que no estaba todo lo protegido y seguro que se requería, debido al adelanto imprevisto. Por ello, aunque las gaviotas nunca dejan sus huevos sin cuidado tratan de evitar que puedan ser comida de animales depredadores, incluso de otras gaviotas; y los protegen de la acción de las personas que, de vez en cuando, solían subir al tejado para destruir sus nidos y los huevos en su interior, y así evitar el molesto trajinar de estos animales sobre las tejas y, sobre todo, sus incómodos excrementos que todo lo corroen, decidieron salir las dos a la vez: Violeta a procurar comida para ambos, y Galvia…………………………………………

Ya arriba, Armando se topó con un nido a medio hacer con tres huevos muy grandes y muy bonitos en su interior. Se quedó mirándolos, ensimismado, con ganas de cogerlos, pero…reparó en que eran de gaviota y, mirando asustado en todas direcciones, trató de descubrir dónde se encontraba la pareja a la que pertenecían. Sabía lo agresivas que son esas aves………………………………………………………
Ahí va el primero lo lanzó Armando cuando comprobó que su hijo estaba preparado para, con la red que sostenía con ambas manos, amortiguar la caída del óvulo.
Lo lanzó y…cayó en la red. Lo sacó con cuidado, Carlos. Su padre lanzó, entonces, el segundo y…pluf………………………………………………
¡Kyow, kyow! era la señal  de peligro que Violeta lanzó al aire cuando a lo lejos -que lo estaba y mucho-, gracias a su magnífica vista, divisó un humano en las proximidades del nido.
…………………………………………………………………………