martes, 28 de julio de 2020

Mis cuentos a TROZOS. TEJAS, ESPUMA Y SAL





Hola, buenas tardes, amigos. Espero que todos os encontréis bien en esta época en la que aparecen rebrotes del coronavirus por toda la geografía de España. Sé también que en otros paises no lo estáis pasando nada bien. Mi abrazo amigo para todos vosotros. Yo os digo una cosa: mientras no estemos todos concienciados y por la labor de protegernos unos a otros, sin excepciones, sintiéndonos familia, no venceremos a la enfermedad. Mientras no nos demostremos que nos importamos unos a otros, que nos importa lo que le pase al que está a nuestro lado en todo momento, ya sea en el supermercado, o en la parada de autobús, o esperando entrar en una tienda con aforo reducido, no conseguiremos vencer al virus. Mientras no adoptemos esa actitud, hasta que no pase eso, no levantaremos cabeza y continuaremos a merced de lo que el virus quiera hacer con nosotros y nuestro modo de vida. Y así, rodeados de sufrimiento hasta que llegue una vacuna efectiva... que todavía no se la ve cercana. Esta es la sociedad que tenemos en la que una mayoría cumple responsablemente lo que toca en este tiempo de pandemia y una minoría, por la que el virus nos sigue teniendo en jaque, piensa que todo esto son tonterías y que no sirve para nada las “ridículas” medidas de precaución que aconsejan nuestras autoridades…ellos lo saben todo y actúan como les viene en gana…por ellos, que solo piensan en divertirse y en su satisfacción personal, estamos el resto preocupados. Sé que la mayoría somos conscientes de esta situación...pero desde aquí pido a los que todavía no le han visto las orejas al lobo que recapaciten y que cambien su actitud...por los demás...por todos... por ellos mismos...que el país se está hundiendo poco a poco.  Yo os pido que sigáis alerta y que no bajéis la guardia que esto es muy serio.

En fin, vamos a lo que me trae de nuevo al blog y que no es otra cosa que otro de mis trozos de los proyectos en los que estamos trabajando. Os quiero presentar el nuevo proyecto con, MJ Arillo, una sevillana muy simpática que comparte conmigo este proyecto de cuento ilustrado y que podréis, en Instagram, ver cómo es su arte: @m.j.arillo. MJ, como así le gusta que le llamen, está dando forma a “Tejas, espuma y sal”.


Este es el proyecto que hoy quería traeros porque estamos en tiempo de verano y es época de gaviotas, barcos y agua marina. Todos los veranos suelo ir unos días al norte, a disfrutar de ese ambiente fresco del verano en el Cantábrico, a quedarme hechizado con la visión de los barcos pesqueros en el puerto, a dejarme embriagar con ese olor tan característico de las redes húmedas amontonadas en el muelle, en su orden que los profanos no entendemos, dispuestas para ser cargadas cuando el Sol se vaya a poner de nuevo. Todos esos sabores y olores este año me los voy a perder. Con “Tejas, espuma y sal” vuelvo de alguna manera a esas sensaciones que quiero compartir con vosotros.

Esta historia es una de las que menos veces ha aparecido por esta página, y esto ha sido así porque se trata de una de mis historias que más incertidumbre ha sufrido a la hora de localizar “su” ilustrador. Ya lo tiene y creo que esta vez es la definitiva y juntos conseguiremos  encontrar una editorial adecuada. La verdad es que casi hoy os podría hablar de una editorial interesada pero, desgraciadamente, por requerimientos que no vienen al caso hemos tenido que rechazar una oferta. No es que sea exigente a la hora de aceptar determinados acuerdos…sino que valoro mucho el trabajo con mis ilustradores y estoy convencido de que tienen, nuestros proyectos, suficiente calidad como para aceptar acuerdos que no son todo lo bueno que nuestros proyectos merecen.

En su día hice una bonita entrada, al menos a mí me lo pareció, y os quiero remitir a ella para que paséis un buen rato con lo que es y representa esta bonita historia: http://jrdecea-cuentamelos.blogspot.com/2019/08/tejas-espuma-y-sal.html

Pues ya no me queda nada más que poneros el trozo que os traigo de “Tejas, espuma y sal”. Espero que os guste y os envío un cariñoso abrazo a todos los que estáis detrás de esta pantalla.

José Ramón.


Dejándonos mecer por las cálidas corrientes de aire que acariciaban aquel bonito y discreto puerto pesquero, nos adentramos en el mar disfrutando de la blanca, salada y divertida espuma…¿Nuestros guías? Pues dos  bellas gaviotas patiamarillas: Galvia y Violeta que, a través de esta historia, nos cuentan algo de su forma de vivir y de sus ilusiones…sí ellas también las tienen; y nos enseñan a compartir con ellas espacios que en principio los tenemos reservados a nosotros.

Esta entrañable historia nos habla de respeto y cariño por los animales mientras sentimos el suave roce de la brisa marina.  


 

Lo bueno que tienen las corrientes de aire, entre otras cosas, es que, aprovechadas convenientemente, ayudan a recorrer grandes distancias con un esfuerzo mínimo.

Eso lo sabían de sobra Violeta y Galvia: una pareja de gaviotas, de pico y patas amarillas, que llevaban ya un par de años volando juntas; unas veces, en alta mar, dejándose mecer por aquellas cálidas corrientes de aire; otras, formando parte de esa escolta que anuncia la llegada de un barco de pesca en su regreso a casa, tras toda la noche faenando, cargado de pescado.

Au-kyee-Kyeedecía Violeta, contenta por todo lo que se avecinaba

Au-kyee-kau-kau-kau contestaba Galvia, feliz también por las ilusiones que llevaban compartiendo en los últimos días.

……………………………………

Por ello, aunque las gaviotas nunca dejan sus huevos sin cuidado tratan de evitar que puedan ser comida de animales depredadores, incluso de otras gaviotas; y los protegen de la acción de las personas que, de vez en cuando, solían subir al tejado para destruir sus nidos y los huevos en su interior, y así evitar el molesto trajinar de estos animales sobre las tejas y, sobre todo, sus incómodos excrementos que todo lo corroen, decidieron salir las dos a la vez: Violeta a procurar comida para ambos, y Galvia

…………………………………………

 

Ya arriba, Armando se topó con un nido a medio hacer con tres huevos muy grandes y muy bonitos en su interior. Se quedó mirándolos, ensimismado, con ganas de cogerlos, pero…reparó en que eran de gaviota y, mirando asustado en todas direcciones, trató de descubrir dónde se encontraba la pareja a la que pertenecían. Sabía lo agresivas que eran esas aves.

…………………………… …………………………