jueves, 16 de agosto de 2018

Markus: un circo especial






Hola, amigos, en este día caluroso en España, como casi todos los de este mes de agosto. Es lo que toca…pero se hace duro, sobre todo cuando, en algunas partes de nuestra bonita geografía, queremos conciliar el sueño. Pero, es lo que tiene el verano, además de ser un tiempo en el que aprovechamos para descansar, unos, para viajar y visitar lugares a los que siempre nos ha apetecido acercarnos, otros. El verano siempre es deseado y aunque tarda en llegar, pues nunca vemos el momento de sentirnos libres con los pies metidos en el agua salada, o dulce, o dentro de unas botas por un sendero maravilloso, se va rápido. El verano se vive con intensidad y por ello, creo yo, es un tiempo de encuentros, pero también de desencuentros y, a veces, de encuentros deseados y no encontrados. El verano es todo eso, al menos para mí.
Pero el verano, casi siempre, es un tiempo para el ocio y la diversión compartida en el entorno de nuestros amigos o nuestra familia. Y de eso va la entrada de hoy: de compartir ocio con los que más queremos. En este caso, de compartir diversión, alegría, sueños, ilusiones (¡como el nombre del blog!...por algo será…), magia, sensaciones…todo ello bajo la gran lona de vivos colores que protege la pista central de un circo. Qué bonito es el brillo de la ilusión en los ojos de los pequeños y en los de los que ya se nos pasaron esos años. Fijaros, yo me atrevería a decir que nuestros ojos, los de los mayores, son los más receptivos a ese brillar de pupilas en las que se refleja la magia, la diversión, la tensión y la ilusión que se vive en una función de circo, aunque sea la del más humilde de todos los que recorren, en este tiempo, el mundo entero llevando, con mucho esfuerzo, sus almas errantes y sacrificadas, pero vocacionales, para ilusionar a las gentes que abarrotan sus gradas durante las fiestas locales. Yo los veo como portadores de ilusiones que llenan nuestros corazones.
Todavía recuerdo, cuando releo mi historia y, sobre todo, cuando la escribí, aquellos años de mi infancia, siempre en Navidades, en las que se veían por las paredes multitud de carteles de colores especiales y muy llamativos con fotos de lo que traía ese año el Circo que ya se estaba instalando en la explanada de siempre. Era una ilusión que, todavía ahora, cuando la recuerdo, me hace revivir ese estado como si tuviese aquellos 8/9 años.
Sí, hoy la entrada va del Circo, en este caso del circo Markus. Los antiguos de este blog ya lo tenéis localizado. Sí, es el circo protagonista del cuento “¡Qué empiece el espectáculo!”. Si os apetece podéis volver a releer lo que en su momento escribí sobre él. Solo tenéis que buscar esas entradas en el índice, por años y por meses, que podréis encontrar en la columna lateral derecha de vuestra pantalla. Seguro que habéis reparado en que la cambié añadiendo nuevos enlaces e información y borrando los que no nos servían de mucho. Espero, por cierto, que este nuevo formato sea de vuestro agrado.
Pues bien, hablemos del cuento.
El proyecto que teníamos la ilustradora que hizo aquellas bonitas ilustraciones, que podéis admirar de nuevo en las entradas que os he comentado, y yo, finalizó por razones que no vienen al caso. Eso me ha permitido reflexionar sobre lo que representaba y transmitía aquella historia. Soy consciente de los tiempos en los que vivimos, en los que se cuestionan muchas cosas y se ponen en entredicho otras muchas, aunque con ello se roce la ridiculez y se haga gala de un progresismo mal entendido. Pero, como digo, es nuestro tiempo y nos guste o no debemos vivir en él y en él nos toca pelear, sufrir y disfrutar. Así las cosas y siendo consciente de esta realidad, quise revisar el cuento. Así lo hice y creo que quedó mejor: más acorde a los tiempos que vivimos, como os digo, pero sin olvidar aquellos años, en cierto modo, añorados. La historia tiene una mayor riqueza y sigue intacto el espíritu del Circo. El título también tenía que cambiar y es el que da nombre a esta entrada. Me gusta como ha quedado todo el conjunto.
Una vez re-redactada la historia, me puse manos a la obra para encontrar una ilustradora adecuada y creo que tuve bastante suerte. Ella es Isabel Lozano Rodriguez y ya ha empezado a diseñar el personaje que en el cuento es el Maestro de Ceremonias y abocetado una de las ilustraciones que servirán de embajadoras cuando podamos empezar a contactar con editoriales. Ésta que menciono es la que abre la entrada, como habéis podido imaginar.
De Isabel os traigo algunas imágenes de otros trabajos en los que ha participado para que admiréis su arte. 

 


A ella quiero, desde aquí, agradecerle que haya querido apostar por el circo Markus y compartir conmigo este proyecto que seguro hará las delicias de muchos pequeños y, por supuesto, de muchísimos mayores que, como yo, recuerdan con melancolía aquellos años en los que grandes circos visitaban nuestras ciudades cargados de ilusiones y diversión.










Os dejo con el circo Markus. Coged las palomitas y atentos que ya sale el maestro de ceremonias.
José Ramón.


En aquellos días el circo MARKUS, protagonista de esta historia, tuvo que enfrentarse a su filosofía de vida y apostar por sacar adelante unos animales que nunca debieron estar en cautividad.
Muchas veces la vida nos hace tomar decisiones que, aunque contrarias a nuestros deseos e intereses particulares, atienden a un bien superior. Éste es el caso del circo MARKUS, en el que la historia que se cuenta pone a prueba a sus componentes que, haciendo gala de virtudes como el compañerismo, el espíritu de equipo y el espíritu de superación ante la adversidad, logran sobreponerse a la situación a la que se enfrentaron.
"MARKUS: un circo especial" es una historia entrañable, con un final inesperado, sobre la vida nómada de un circo, sobre sus gentes y sobre su dedicación y vocación permanente a ofrecer lo mejor de ellos allá por donde iban acampando.



El viaje había sido frío y largo, muy largo. Conseguir llegar al este más este de Europa no fue fácil, acarreando todo el material, formando una interminable columna de caravanas y camiones cargados hasta lo impensable: rebosando de telas, lonas y qué sé yo qué materiales específicos que parecía que en cualquier momento iban a salir despedidos y quedar desperdigados por la carretera, si no es por las gruesas cuerdas que los abrazaban seguros a los enganches de los camiones.

Todo en aquel circo se hacía bien. Era el mejor de los que por aquel entonces vagaban de pueblo en pueblo, visitando ciudad tras ciudad y cosechando éxito tras éxito en todos los países por los que pasaban.

No fue fácil llegar tan lejos con las familias y todos los trabajadores que entusiastamente trabajaban en el circo Markus. Todos ellos sabían que el espectáculo que ofrecían era muy apreciado en los países del tipo al que habían llegado y por ello se pusieron en marcha hacía casi dos semanas.
Sí, el circo Markus era un gran circo: contaba con los mejores artistas mundiales que desafiando la gravedad en sus actuaciones ponían en vilo los corazones de todos los que ocupaban sus gradas; sus hombres más fuertes levantaban los pesos que jamás nadie pudiese imaginar fuesen capaces de hacerlo; los magos hacían desaparecer todo lo que se proponían y traían al escenario, de no se sabe dónde, los animales y objetos más inesperados. ¿Y qué me decís de los payasos?: no tenían un momento fijo de actuar según el programa del espectáculo; de pronto aparecían de entre el público y provocaban las más grandes carcajadas que se habían nunca visto en los lugares por los que el circo Markus iba pasando. Ellos siempre se encargaban de cerrar la función para dejar ese poso de felicidad que tanto gustaba a su público.
Y me preguntaréis: ¿El circo Markus no tenía animales? Ya os he mencionado que contaba con artistas reconocidos mundialmente y que sus actuaciones estaban basadas única y exclusivamente en sus habilidades. Eso no quería decir que no les gustasen los animales. Al contrario: eran amantes de las bestias y criaturas que solían ir con otros circos y de hecho les encantaba el poder llegar a trabajar con ellos, conscientes, además, de que ello les reportaría muchos más beneficios que los que obtenían en la actualidad. ¿Entonces, tenían o no tenían animales? Pues ya he dicho que no. Hace unos años, reunidos los responsables del circo, como siempre lo hacían cuando tenían que tomar decisiones importantes, decidieron que un circo, por el espacio que tiene, no es el lugar más adecuado para tener animales como elefantes, jirafas, camellos, cebras, monos…etc., y por unanimidad determinaron que el Circo Markus no era el lugar adecuado para tener animales en cautividad, por muy bien que los fuesen a tratar, que lo harían. A pesar de esta importante decisión que afectaba a su economía, como he mencionado, nunca criticaron a los circos que sí ofrecían números con animales, por cierto, de gran calidad y con bestias muy bien cuidadas.
El viaje se hizo agotador. Llegaron a un pueblo…………………………………………

  Esa noche, el equipo encargado de recoger se puso manos a la obra: para el desayuno debían tenerlo todo empaquetado y listo para la marcha.
La noticia llegó cuando estaban a punto de partir los primeros vehículos cargados: el pequeño zoológico del pueblo está en unas condiciones deplorables; los animales casi no son alimentados porque sus desalmados cuidadores los abandonaron a su suerte hace unas semanas. Las arcas municipales no pueden hacerse cargo de la alimentación de los desdichados animales. Todo esto les contaban los integrantes de una comisión municipal que, encabezados por su alcalde, les bloqueaba el camino.
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Llegó el día del debut del “nuevo” circo Markus.  Estaban en fiestas, las Patronales de la Villa, y el circo acampó en sus afueras. Disfrutaban por aquellos lugares de una bonita tarde de sábado y no cabía un alfiler bajo su gran carpa de franjas rojas y blancas -como si del forro de un viejo colchón se tratase-. Todos los componentes del circo estaban muy nerviosos, corriendo de aquí para allá, mirando entre las grandes lonas que daban paso a la pista central para comprobar si habían sido capaces de llenar todas las gradas. …………………………………………………………………………
La expectación era máxima y se notaba reflejada en las miradas de los niños que abarrotaban las gradas y esperaban impacientes el inicio de la sesión. Todo eran risas, preguntas sin respuestas, gritos…La espera, entre el comer de palomitas, el dame un puñado más de pipas, y el estate tranquilo que ya empieza pronto, se hacía interminable. Los padres no sabían cómo retener a sus hijos presos de una excitación difícil de disimular.
¡Se apagaron las luces!
Un rumor recorrió los distintos niveles del graderío que se alzaba próximo a la pista, casi encima de ella, para poder hacer llegar ese calor y aliento que tanto necesitaban y necesitan los artistas en su puesta en escena. Casi al instante se abrió la cortina en el pórtico de acceso al escenario y una luz azulada, intensa pero con el brillo y calidez necesaria para la ocasión, se posó y abrazó amablemente al personaje que hizo su entrada vestido con  reluciente frac y chistera a juego; guiándole al centro de la pista.
–¡Señoras y señores, niñas y niños, queridos todos, bienvenidos al mayor espectáculo del mundo! Hoy, el circo Markus, tiene el honor de presentar ante ustedes…–así prosiguió durante unos minutos en los que consiguió aumentar el grado de nerviosismo de los más pequeños– ¡Qué empiece el espectáculo!  –concluyó al fin, y las luces se apagaron.
Todos salieron muy excitados por lo que habían visto y disfrutado; el lleno fue absoluto y el espectáculo rozó la perfección: sí, el mago, los equilibristas, los artistas sobre bicicletas de una rueda, los payasos,…todos eran espectaculares; pero los animales……………………………………