lunes, 18 de septiembre de 2017

EL GLOBO DE LA VIDA





¡Hola a todos los que nos gusta pasar un rato en este blog! Ya olvidado el verano y camino del otoño e invierno os traigo algo que tiene que ver con el tiempo, con las distintas épocas, con esos años que siempre nos parecen mejor que los que estamos viviendo ahora. ¿Y lo son? Yo creo que no. Nos parecen así porque los vemos con los ojos de antes, desde ahora. Los tiempos son lo que son: unos buenos y otros menos buenos, pero vividos en su momento. Quizá dentro de unos años digamos que qué buenos eran estos días y…ahora, a lo mejor, o a lo peor, no nos lo parecen tanto. Por eso, siempre me refiero a lo importante que es vivir el presente, preparados para el futuro y dejando atrás el pasado, que ya pasó, para bien o para mal.
Hoy os traigo una historia que tiene que ver con el tiempo pasado de Justino:

Esta historia que paso a contar, me la contó en su día el protagonista de la misma, aunque yo no me la he llegado a creer nunca. Algo tan maravilloso no ha podido llegar a suceder. De todas formas, como me la contó, hoy yo la relato aquí.
Justino era un hombre que ya pasaba de los treinta. Vivía en una pequeña casa de campo que en su día formó parte de lo que estaba llamado a ser una granja muy productiva, de las mayores de la comarca, si no llega a ser por la desgracia que sufrió en su niñez. Dedicaba todo su tiempo y sus esfuerzos a cuidar de su abuela, ya anciana y desde hace años impedida. Cuando podía, y el cuidado de ella se lo permitía, con su vieja furgoneta realizaba encargos y transportes  que le reportaban un dinerillo, con el que iban sobreviviendo los dos, más mal que bien.



Pertenecían, en su tiempo, a una familia adinerada; pero debido a la desgracia que cayó sobre ellos, cuando Justino tan sólo contaba con nueve años, les hizo tener que ir vendiendo las tierras que rodeaban la casa, hasta donde la vista alcanzaba; y las reses cuya magnífica carne vendían a buen precio en los mercados de la zona.
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Sí, este relato, los más antiguos del blog, lo conocéis. No pasaba por esta ventana desde junio de 2014. Hoy lo hace por una razón principal y es porque ha cambiado de ilustrador. Mi compañero Juan M. Moreno no ha podido seguir adelante con él y he tenido la suerte de que, en mi recorrido por esta senda del álbum infantil, me haya encontrado con una gran ilustradora cuya manera de dar vida a lo escrito me recuerda a los tebeos que tanto me gustaban de pequeño. Ha sido una suerte que, mi ahora compañera en este mundo, Ana Forradellas (reservado todos los derechos), haya querido compartir proyecto conmigo. Aquí podéis ver parte de su arte: https://www.anaforradellas.com/. Ana, desde aquí te muestro mi agradecimiento por haber aceptado mi propuesta y por lo rápidamente que te has implicado en que saquemos adelante nuestro proyecto, El Globo de la vida. Un gran abrazo para esta mañica que va a dar forma a Justino y todo lo que le sucede a bordo de un bonito globo de colores.




Aquí podéis ver los primeros bocetos que darán forma a lo que esperamos sea un gran álbum ilustrado lleno de fantasía y dirigido a edades inciertas. Quizá sea uno de los cuentos más abiertos que he escrito pues puede ser disfrutado por pequeños, de unos siete años en adelante, como por personas ya no tan pequeñas…es decir, por todos los que me leéis aquí y disfrutáis con lo que os traigo. Espero que así sea.

Él me seguía contando…
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Un buen día acababa de llegar de hacer unos transportes cuando, de repente al bajarse de su furgoneta, vio uno de esos grandes globos de colores que, en los días de buen tiempo, se divisan surcando los parajes  como aquél en el que vivían Justino y su abuela.
Ante su asombro, el inmenso globo de bonitos colores, tomó tierra muy cerca de donde él se encontraba. Lo venía conduciendo un hombre de edad difícil de calcular, pero con una sonrisa y mirada especiales. Con un gesto de la mano le invitó a subir a su nave. Él, Justino, no supo el porqué accedió a la invitación, sin conocerle de nada y, sobre todo, porque debía atender a su abuela que llevaba toda la mañana sola. No lo supo, pero lo hizo.
Subió a la cesta del globo con la ayuda, sin mediar palabra alguna, de aquel cautivador hombre. A continuación, el quemador soltó un chorro de fuego y el globo comenzó a elevarse. Empezaron a meterse entre las nubes blancas que esa mañana cubrían parte del cielo, mientras Justino veía alejarse su casa, desapareciendo de su vista, con cierta preocupación.

Y ya, a vosotros, mis amigos, os dejo con la sinopsis de esta, creo que, bonita historia y con el final de lo que os puedo traer a esta páginas…ya sabéis que los plagiadores están muy atentos.
Un abrazo fuerte con mis deseos de que soñéis y seáis felices.
José Ramón.

El “Globo de la Vida” es una historia de fantasía en la que podremos soñar, de la mano de Justino, con viajar al pasado y tener la oportunidad de cambiar algo de lo que sucedió entonces y de lo que no estamos demasiado contentos. El medio de viaje: un globo.
En este relato se ensalza, fundamentalmente, lo importante que es la familia en la vida de una persona y el cariño que debe existir entre sus miembros.

Pasaron entre ellas un tiempo que Justino fue incapaz de calcular. Estaba un poco asustado, pues se decía cómo había sido tan imprudente de subirse a ese artefacto: sin saber a dónde iba; ni quién era ese hombre que con maestría lo guiaba; ni, sobre todo, cuándo iba a regresar.
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¡Por fin, salimos de las nubes!, dijo aliviado al ver de nuevo su casa  y que estaban descendiendo.
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