Buenos días, queridos seguidores de mis
ilusiones. Os cuento una cosa: a un escritor, estoy seguro, todas sus obras le
van dejando huella y de alguna manera van moldeando parte de su carácter, de
su personalidad y, sobre todo, de su sensibilidad. Yo me estoy adentrando en
este mundo (¡ya llevo siete años! ¡cómo pasa el tiempo!) y ya noto estas
sensaciones. Todos mis cuentos, que en la actualidad son unos veintidos escritos, aunque uno de ellos aún está en el invernadero madurando (en otra ocasión os contaré lo que ello significa), han significado algo para
mí y han dejado un regusto en mi interior que me hace volver sobre ellos en las
distintas situaciones que el día a día me hace vivir. Sí, creo que yo no soy
el mismo de antes de empezar a escribir. Bueno, espero que me entendáis: el
cambio, sinceramente, es inapreciable pero sí os quiero transmitir que el plasmar historias en
un papel, cuadriculado, ya sabéis los más veteranos de este blog que es así como me gusta escribir, hace que veas
las cosas que pasan por tus ojos en la vida de otra manera.
Pues hoy os quiero contar que uno de mis cuentos, que he traído
muy recientemente a esta página que tanto nos gusta a todos, “Chano, mi amigo”,
es un ejemplo de los que os digo. Desde que lo escribí viene a mi mente
muchas veces la vida que llevan las personas invidentes. Ese estar en mi mente casi
permanentemente ha hecho que, de esa idea, haya querido escribir un
microrrelato y presentarlo a un concurso que para mí es ya habitual. Se trata del concurso “Pluma, Tinta y Papel” de Diversidad Literaria. Una vez
más, he tenido la suerte de que me hayan seleccionado para formar parte de la antología que van a editar
con todos los elegidos. Os recuerdo que la imagen de todos las
ediciones en las que he sido seleccionado, que por el momento son todas en las
que he participado —aunque ninguna he ganado, ni he quedado finalista…todavía me
queda mucho por recorrer— las podéis encontrar en la columna de la derecha de
vuestra pantalla. Ahí os indico el día en el que compartí con vosotros mis
microrrelatos.
Bueno,
pues ya os dejo con mi trabajo que se adentra en el mundo de “Chano, mi
amigo”. Espero que lo disfrutéis…aunque es corto, jajajaja…es lo que tienen los
microrrelatos.
Buenos días (hoy os he podido escribir en
horas normales pues me he cogido unos días de vacaciones) queridos compañeros
en esta aventura de adentrarnos en el mundo de las ilusiones.
CON LOS OJOS DEL
ALMA
Voces más fuertes de lo que a él le gustaría:
retumbaban en sus oídos. Se preguntaba el porqué no eran capaces de utilizar un
tono más íntimo, aunque lo que hablaban poco tenía de intimidad. Todos
comentaban lo que veían o habían visto o, también, lo que deseaban ir a ver. Él
solía, con los ojos del alma, ver lo que no era capaz de apreciar con los
suyos. Aunque ciego, veía.
¡No dejéis de soñar y de ser felices,…por favor!
Un cariñoso abrazo.
José Ramón.
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