Hola, buenas noches, queridos cómplices
de mis historias, mis fábulas y ficciones que a veces se aproximan más de lo
que quisiera a la realidad. Después de este tiempo de fiestas y alegrías y…por
qué no decirlo, desencuentros, que también los ha habido, quiero traeros algo de lo mucho que tengo pendiente y en lo que sigo trabajando de la mano de “mis”
ilustradores. Junto a ellos voy pasito a pasito, cuando sus obligaciones
profesionales se lo van permitiendo, dando forma y vida a lo que he escrito y que
deseo cuanto antes que pueda estar a disposición de todo el quiera alejarse de
su vida rutinaria y dejarse envolver por este mundo de las historias para niños
y mayores. Nuestro blog, ya lo he dicho muchas veces, quiero que sea un remanso
de tranquilidad, ese lugar de final del canal en el que la barca descansa.
Cualquiera podría pensar que queda olvidada en su rincón y en realidad se
encuentra en su refugio en el que disfruta de su espacio y de su tranquilidad.
Pues ahí estamos, aquí estamos, leyendo, sintiendo y pensando; disfrutando de
nuestro tiempo y nuestro espacio, alejados de ese espacio que queremos para
nosotros y siempre alguien nos lo ocupa y, en cierta manera, nos lo arrebata.
Tenemos necesidad de nuestro rincón, tengo necesidad de mi rincón y quiero
compartirlo, aquí, con vosotros.
Os contaba que nos encontramos
tras este tiempo de fiestas que, al menos a mí, como siempre, se me ha pasado
volando y eso me hace traeros una historia que parece escrita en un ambiente de
Navidad. La primera vez que la traje a este espacio (el 28 de octubre de 2012 y
que os recomiendo que la releáis) os decía que tenía un aire a esos cuentos de
Dickens con esa atmósfera triste y fría. ”van Popel” es un cuento que relata
una historia entrañable y llena de ternura, aunque el inicio no sea todo lo
alegre que nos gustaría…, pero es que la situación por la que pasaban, Gervasio
y Sara, no era muy fácil. Es un cuento fundamentalmente de transmisión de generosidad
y solidaridad; de constatación de que, la mayoría de las veces, la gente
humilde, los que menos tienen, son los que más dan. Esto os lo contaba también
en la última vez que os hable de él (el 26 de julio de 2014, que también os
recomiendo que lo volváis a leer pues, en ese caso, hablaba de abuelos…y para mí
ha sido una de las entradas que he escrito más entrañables y que me ha hecho
recordar muchas cosas de mi vida…encontré en mis letras la paz y el remanso del
que hablo siempre que me refiero a este rincón) y hoy os lo quiero mencionar de
nuevo porque en esta sociedad tan desnaturalizada y materialista que tenemos y
que “disfrutamos”, estos valores y estas respuestas contadas en mi historia no
son algo que practiquemos demasiado. Los cuentos, en la literatura infantil,
deben de estar cargados de valores y, aunque “van Popel” es un cuento para
niños de siete años en adelante, lo es también para mayores y, estos, necesitan
muchas veces recordar que los valores deben de ser el motor de nuestra vida y
nuestra referencia y…creo que hay que hablar de ellos…por eso os traigo hoy, de
nuevo, esta historia de fantasía y de valores.
El segundo motivo de hablaros
de cuadros y oleos penetrantes que mezclados con el polvo y la poca luz que a
duras penas penetraba en la tienda de Gervasio, aspectos que conforman el
ambiente de “van Popel”, es presentaros al magnífico ilustrador que está dando
vida a esta historia. Se trata de Daniel Pineda, colombiano de nacimiento, y
que en España está llevando a cabo magníficos trabajos de ilustración (todos
los derechos reservados). En su página: https://www.facebook.com/danielpinedailustracion/…
podéis comprobar lo que os digo. Daniel, gracias por haber querido compartir
conmigo este proyecto tan cargado de sentimientos e ilusiones y, sobre todo,
fantasía. Estoy seguro que con tu arte va a quedar muy bien. Un abrazo de
nuestra parte cargado de aprecio y agradecimiento.
Daniel es un gran profesional
y, como todos los buenos profesionales, es metódico y no da un paso sin tener
afianzado el previo. Aquí os traigo como ha empezado a trabajar en “van Popel”:
se trata de parte del “Concept Art” (concepto manejado por los ilustradores para
el diseño de las ilustraciones del cuento) de los protagonistas de la historia:
Gervasio y Sara. Lo podéis ver en la imagen que abre esta entrada. Debajo
de estas letras os traigo otras dos imágenes-bocetos de cómo será el trazo, la
forma de los lugares (casa, tienda). También la textura en acuarela que
llevarán las ilustraciones. ¡¡La tienda, personalmente, me encanta!! ¿Qué opináis
vosotros?. Espero que disfrutéis este inicio del proceso.
Pues ya está por hoy. Solo me
queda desearos que os deleitéis con lo que os puedo traer de mi historia de
lienzos, caras, personajes…y mucha ilusión e imaginación. Buenas noches y no
dejéis de soñar y sed felices. Un abrazo sentido para todos vosotros. José Ramón.
“van Popel”,
es una sentimental historia, con un final inesperado, en la que se cuenta cómo la
vida gira y gira dando oportunidades a todos, ya estén vivos o nos hayan dejado
hace tiempo…
Gervasio y Sara, dos entrañables viejecitos,
eran así y su vida, que transcurría entre cuadros y el penetrante y embriagador
olor del óleo de colores, les dio también su oportunidad.
Eran las seis y media de una
tarde fría de invierno cuando Gervasio, agachado, cosa que la mayoría de las
veces suponía un verdadero suplicio, estaba terminando de cerrar la persiana
metálica de su vieja y polvorienta tienda de cuadros. Las seis y media de la
tarde no era la hora habitual para que Gervasio cerrara, pero llevaba unos días
en los que no se encontraba con la moral demasiado alta.
En casa le esperaba Sara,
mujer extremadamente sensata y de dulces y suaves ademanes. Era, sencillamente,
una mujer adorable. Ella, al igual que Gervasio, pasaban ya de los setenta años
y sólo se tenían el uno al otro. Últimamente, él meditaba mucho
sobre su vida y eso sólo servía para entristecerle aún más de lo que estaba.
Hacía tiempo que quería cerrar
la tienda de cuadros que tanto trabajo le daba y, aunque no tenía prácticamente
dinero, jubilarse y pasar tranquilo, junto a Sara, los últimos años de su vida.
Este deseo se antojaba difícil
de poder cumplirse ya que no encontraba la manera de vender los casi cincuenta
cuadros que aún quedaban en la tienda y que, de hacerlo, le aseguraría el pago
del alquiler de la antigua casa en la que habitaban, durante los próximos diez
años. Sabía que no era mucho tiempo, pero se convencía de que no debía
preocuparse de ello ya que, en diez años, intuía que ninguno de los dos estaría
vivo para contarlo.
Gervasio vivía angustiado con
estos pensamientos, sobre todo cuando miraba los ojos azules claros, casi
blancos, de Sara, su fiel compañera.
Al entrar por la
puerta..........................
-Ten confianza, Gervasio.
Seguro que las cosas cambian un día de estos -ella contestó, con cariño y
tratando de ayudarle pues no soportaba verlo tan abatido.
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