Buenas tarde amigos de mis relatos, mis ilusiones y de querer compartir unos minutos en este espacio en el que cuando entro siento algo especial. Y no es porque lo haya creado yo, que seguro que también; sino porque, al menos a mí me lo parece, tiene algo de rincón escondido. Tiene algo de ese sitio en el que buscamos el efecto reparador que necesitamos cuando lo que hay a nuestro alrededor nos produce esa sensación de querer escapar, de necesitar que el tiempo se pare y salir de puntillas de la escena, abrir una puerta y encontrarnos un lugar en el que solo nos veamos nosotros y…aspiramos profundamente y miramos alrededor para comprobar que no hay nadie, que nadie por unos minutos nos va a llamar, o a preguntar algo, o a ofrecer algo, o…simplemente a pronunciar nuestro nombre. Ese sitio, con esas sensaciones evocadoras que nos recuperan, pretendo que sea nuestro blog. Cuando entro en él siento paz, tranquilidad, sosiego, y me encanta estar con vosotros y dejar que mis dedos fluyan rápidos, sin pensar, por el teclado. El tiempo está parado detrás de la puerta y quiero aprovecharlo en vuestra compañía.
Ya estamos en otoño —y parece mentira que ya
haya pasado el verano, casi sin enterarnos: el tiempo va demasiado rápido…eso;
lo que digo: necesito parar el tiempo— pero seguro que muchos de vosotros,
sobre todo los que habéis estado al arrullo del Sol cálido y el agua salada,
recordáis, en algún momento de este camino sin pausa buscando el tiempo de
Navidad, como lo pasasteis esos días de no preocuparos de nada más allá de
estar a gusto y descansar. Pues hoy os quiero ayudar, en nuestro rincón de
sosiego, a viajar a ese pasado muy reciente. Y lo quiero hacer por medio de la
historia que os quiero recordar. Ya estuvo con nosotros el 17 de agosto del año
pasado, que os aconsejo que la releáis pues creo que estuvo entretenida, y por
primera vez os la presentaba el 15 de mayo de 2013. Me estoy refiriendo al
relato sobre la vida de dos gaviotas patiamarillas. Relato que siempre me da
paz y me recuerda una época muy gratificante de mi vida y que os referí en las
entradas antiguas que os acabo de mencionar. Y la razón de traéroslo de nuevo,
aparte de hacerlo para todos los que os
hayáis incorporado recientemente al grupo de amigos a los que nos gusta pasar
un rato por aquí y que no hayáis podido leerlo todavía, es porque ya tiene
ilustradora. Me refiero a Beatriz Sevilla Almansa que, aunque española, está
trabajando en esta historia desde más allá del atlántico. Una suerte haberla
encontrado porque creo que es la persona ideal para “Tejas…”. La belleza y calidez
de sus trazos complementarán el volar inquieto y siempre atento de mis
gaviotas. Desde aquí, Bea, te mando un saludo cariñoso y te agradezco, aquí en
nuestro cuarto para el sosiego, que hayas querido seguir conmigo este camino
hasta llegar a ver en las estanterías dedicadas a la literatura infantil, de
cualquiera de las tiendas repartidas por la geografía española y espero que
también de fuera de España, este proyecto. Y a vosotros, amigos, os invito a
que os deis una vuelta por el blog de Beatriz: https://beasevillaalmansa.com/infantil/
Pues aquí lo dejo y os deseo que seáis capaces
de sentir la suave brisa cargada de sabor a sal mientras en vuestras mentes
seguís el vuelo de las patiamarillas.
Felices sueños.
José Ramón.
Dejándonos mecer por las cálidas corrientes de aire que
acariciaban aquel bonito y discreto puerto pesquero, nos adentramos en el mar
disfrutando de la blanca, salada y divertida espuma…¿Nuestros guías? Pues
dos bellas gaviotas patiamarillas:
Galvia y Violeta que, a través de esta historia, nos cuentan algo de su forma
de vivir y de sus ilusiones…sí ellas también las tienen; y nos enseñan a
compartir con ellas espacios que en principio los tenemos reservados a
nosotros.
Esta entrañable historia nos habla de respeto y cariño por los
animales mientras sentimos el suave roce de la brisa marina.
Lo bueno
que tienen las corrientes de aire, entre otras cosas, es que, aprovechadas
convenientemente, ayudan a recorrer grandes distancias con un esfuerzo mínimo.
Eso lo
sabían de sobra Violeta y Galvia: una pareja de gaviotas, de pico y patas
amarillas, que llevaban ya un par de años volando juntas; unas veces, en alta
mar, dejándose mecer por aquellas cálidas corrientes de aire; otras, formando
parte de esa escolta que anuncia la llegada de un barco de pesca en su regreso
a casa, tras toda la noche faenando, cargado de pescado.
― Au-kyee-Kyee…―decía
Violeta, contenta por todo lo que se avecinaba…
― Au-kyee-kau-kau-kau ―contestaba
Galvia, feliz también por
las ilusiones que llevaban compartiendo en los últimos días.
Ese
sonido que puede parecer de angustia y extremada agonía, en realidad es una
parte entrañable de los pueblos bañados por el mar y sin la que no se concibe
la vida en ellos. Los quejidos de las gaviotas interpretan los “solos” de la
melodía marina, en la que el murmullo suave y rítmico de las olas al romper en
la playa, junto a las roncas bocinas de los barcos en sus llegadas y partidas
de los puertos, representan el acompañamiento.
Así se
estaba comunicando la pareja de gaviotas patiamarillas mientras surcaban los
cielos a escasas millas de la costa. Trataban de adivinar, entre la calima que
a aquellas horas de la mañana abrazaba el litoral, la llegada de alguno de los
barcos pesqueros, con las bodegas llenas de pescado, que regresaban a sus
hogares tras una noche de trabajo agotador entre el vaivén de las olas, el
sudor de sus frentes y el penetrante olor a gasoil. Así, solucionarían sus
problemas de alimentación para el día que estaba aún despertando.
― Galvia, debemos decidir dónde vamos a colocar el
nido ―dijo Violeta con cierto aire de preocupación―. En pocos
días será la puesta de huevos y debemos pensarlo bien para que nuestros
polluelos crezcan seguros ―concluyó, asumiendo ya la responsabilidad de su futura
maternidad.………………………………………………………..
Mira esa
ola que se está formando. Dijo Violeta mientras se lanzaba sobre ella: le
apasionaba mezclarse con la espuma que se iba formando, para a continuación
nadar impulsándose con sus patas provistas de unas muy eficientes membranas que
unían sus dedos. Estaban felices pensando que pronto serían padres de tres o
cuatro polluelos a los que les enseñarían todo lo que ellas
sabían.……………………………………..
― Papá, ¿cuándo vas a arreglar la antena de la
televisión? Siempre se
fastidia cuando estoy viendo la serie que ponen todos los martes y ya sabes que
me gusta mucho ―le dijo a Armando su hijo, enfadado porque su
padre le prometía y prometía…, pero la antena seguía estropeada.
……………………………………………………………………….
Ahora la
urgencia era terminar, sin dilación, de acondicionar el nido que no estaba todo
lo protegido y seguro que se requería, debido al adelanto imprevisto. Por ello,
aunque las gaviotas nunca dejan sus huevos sin cuidado ―tratan de
evitar que puedan ser comida
de animales depredadores, incluso de otras gaviotas; y los protegen de la
acción de las personas que, de vez en cuando, solían subir al tejado para
destruir sus nidos y los huevos en su interior, y así evitar el molesto
trajinar de estos animales sobre las tejas y, sobre todo, sus incómodos
excrementos que todo lo corroen―, decidieron salir las dos a la vez: Violeta a
procurar comida para ambos, y Galvia…………………………………………
Ya
arriba, Armando se topó con un nido a medio hacer con tres huevos muy grandes y
muy bonitos en su interior. Se quedó mirándolos, ensimismado, con ganas de
cogerlos, pero…reparó en que eran de gaviota y, mirando asustado en todas
direcciones, trató de descubrir dónde se encontraba la pareja a la que
pertenecían. Sabía lo agresivas que son esas aves…………………………………………………
― Ahí va el primero ―lo lanzó
Armando cuando comprobó que su hijo estaba preparado para, con la red que
sostenía con ambas manos, amortiguar la caída del óvulo.
Lo lanzó
y…cayó en la red. Lo sacó con cuidado, Carlos. Su padre lanzó, entonces, el
segundo y…pluf………………………………………………
― ¡Kyow, kyow! ―era la
señal de peligro que Violeta lanzó al
aire cuando a lo lejos -que lo estaba y mucho-, gracias a su magnífica vista,
divisó un humano en las proximidades del nido.
…………………………………………………………………………
11 comentarios:
Me gusta leer los comentarios que haces en tu blog. El cuento de las gaviotas
es muy entretenido y estoy deseando saber lo que pasa, he entrado según tu recomendación en el blog de la ilustradora y me ha encantado su estilo, que iría perfectamente con tu idea.
Me encantan tus comentarios, Mercedes. Sé que hay mucha gente detrás de mi pantalla leyendo lo que os quiero contar, pero el recibir comentarios escritos me sirve de aliento para continuar haciendo lo que me gusta: pasar un rato entre vosotros y sintiendo el calor de un momento en nuestro espacio para la tranquilidad.
Bea es realmente una magnífica ilustradora que junto a mi texto conseguiremos un muy buen producto que creo que va a gustar mucho.
Gracias de nuevo y hasta pronto. Un abrazo.
Quiero felicitarle Jose Ramón por la nueva Ilustradora con la que quiere trabajar, me ha parecido muy sensible. Pienso que haréis buen equipo. UN SALUDO.
Hola Alicia. Muchas gracias por tu impresión y por tus deseos. Creo que tienes mucha razón: realmente Bea tiene una sensibilidad grande. Yo suelo ser muy exigente a la hora de localizar un ilustrador: no quiero que mis cuentos estén ilustrados por cualquiera. Quiero verlos yo integrados entre mis letras. A Bea la veo en mis historias. A ella le ha gustado mi historia y queremos hacer un buen producto para el disfrute de todo el que tenga acceso a él en un futuro que esperamos no sea largo.
Quiero también darte la bienvenida a este espacio de amigos en el que todos buscamos un rincón para la tranquilidad y la calma. Espero poder leer muchos más comentarios tuyos pues es la única manera de que pueda seguir progresando: al notar vuestro aliento. Gracias y por favor no me llames de usted :-)
Otra cosa, Alicia. Es bueno abrir una cuenta en google + porque así, el sistema, te avisa cuando te contesto a tu comentario. De la forma que lo haces debes de entrar aquí para ver si ha habido contestación o no...sólo para tu información. Gracias de nuevo. :-) José Ramón.
Buenos días José Ramón, con ganas de saber más sobre Violeta y Galvia. Ya dirás cuando sale a la luz.
Un abrazo amigo.
Javier
Buenos días José Ramón, con ganas de saber más sobre Violeta y Galvia. Ya dirás cuando sale a la luz.
Un abrazo amigo.
Javier
Hola, Javier, buenas noches. El sistema no me avisó de tu comentario y hoy, revisando esta entrada me lo he encontrado. Muchas gracias por él y bienvenido al blog. Dudo sobre "qué Javier" eres...
Soy 'mercata', jejeje. Pensé que tras el nombre habría algo más de info, pero ahora me doy cuenta que no, perdona por no darme a conocer. Hace años hice la prueba de confeccionar un blog, y como no me gustó eliminé su contenido y solo me sirve para comentar.
¡Fuerte abrazo José Ramón!
Acabo de modificar mi perfil para que se me reconozca, jejeje
¡¡Muchas gracias, amigo!! Un fuerte abrazo.
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