Hola, mis queridos seguidores.
Ya estoy de nuevo con vosotros queriendo compartir con todos otra de mis
jornadas inolvidables. La verdad es que todas en las que haya estado muy metido
en mi primer álbum ilustrado lo son. Sí, os quiero contar cómo transcurrió
aquella tarde maravillosa en la que tenía un sitio, muy acogedor, reservado para
poder intercambiar palabras y sentimientos con todo aquel que tenía a bien
acercarse y al que le entretenía unos minutos hablando de lo que más me gusta:
de La nota que faltaba. Así es, este
fin de semana pasado, como ya sabéis los habituales de esta ventana, volvía a
disfrutar de una jornada de ilusiones y satisfacciones. El meterte en el mundo
de la Literatura Infantil es como introducirte en un túnel del tiempo que te
lleva a una época sin dígitos. Viajas y no paras de toparte con ideas,
historias, momentos, etc. que te permiten olvidarte de tu vida normal, de tu
trabajo, que no tiene nada que ver con esta afición por lo sencillo y lo
ilusionante. Estuve, el día 2, en la Feria del Libro de Zaragoza hablando sobre
lo que escribo, sobre los trabajos que estoy llevando a cabo con “mis”
ilustradores (que nadie lo malinterprete, que son “míos” porque son mis
compañeros y aprecio un montón su profesionalidad, su arte y su
sensibilidad…por eso “me los apropio” J) y,
sobre todo, de La nota que faltaba,
que fue la protagonista porque estuve allí para dedicar mi primer álbum
ilustrado publicado (a ver cuando llega el segundo que ya está al caer). Un
cuento que no fue ni el primero, ni el segundo que escribí…ni tampoco estaba
entre los diez primeros…pero como se trata de un cuento cargado de
sentimientos, valores y gran cantidad de mensajes positivos, se adelantó a
todos y encontró el primero una editorial a la que gustó. Algunos de esos
mensajes están a la vista, otros implícitos y la mayoría a desgranar y descubrir
por los familiares de los más pequeños, que me los imagino en la cama junto a
ellos leyendo una y otra noche lo que le pasó a Sax, el protagonista de la
historia. Como digo, tiene gran cantidad de mensajes pero no solo se captan a
través de la lectura del texto sino que el potencial extraordinario de las
ilustraciones hechas por mi compañera en este trabajo, Tania Rico, tienen un
papel muy importante en ese descubrimiento de todo lo que en “La nota…” no se
ve a la primera.
Pero vayamos por partes.
Parece mentira que, con la
cantidad de eventos que llevo realizados con mi “La nota…” todavía me vea
inmerso en ese estado fascinante de nerviosismo, los días previos a cada uno de
ellos. ¿Sabéis por qué? Pues porque siempre intuyo que cada evento va a ser
diferente del anterior…y no me equivoqué tampoco en éste de Zaragoza.
Beatriz Barbero-Gil, magnífica
ilustradora, (http://mipezrojo.blogspot.com.es/
https://www.facebook.com/profile.php?id=100005529825194)
compañera mía en otro proyecto (https://jrdecea-cuentamelos.blogspot.com/2017/12/luces-de-navidad.html)
y dueña de la librería infantil, El Armadillo Ilustrado (https://www.facebook.com/elarmadilloilustrado/),
me hizo un hueco en su caseta, la 50 de la Feria, en la que estuve muy cómodo,
no solo por su compañía, que nos permitió hablar sobre el proyecto que llevamos
entre manos, sino por la distribución del espacio que en principio parecía
pequeño y luego no lo fue tanto. Por cierto, os aconsejo que os deis una vuelta
por allí (solo en fin de semana) y disfrutéis de los mejores álbumes ilustrados
(incluido el mío…que no se os olvideJ) en
un espacio agradable y que Beatriz ha sabido organizar, con su sensibilidad,
para que el rato que estéis allí se os haga demasiado corto.
El día se anunciaba tormentoso
y temía que mi viaje a Zaragoza no sirviese para algo más que poder dar un
abrazo a esta encantadora ilustradora. No las tenía todas conmigo pero como me
comprometí con ella y con mi editorial, Kolima, pues allí que fui.
Las seis y media era y es la
hora a la que las persianas de las casetas que en la Feria se repartían el
espacio, frente a la catedral de La Seo y pegado al Ayuntamiento de la ciudad, se
abrían tras el parón de la comida. Muy tarde se me antojaba a mí aunque después
me alegré pues el calor que pasamos la primera hora, en el interior de la
caseta, fue más del que esperaba y eso que me presenté con un niqui. ¡Menos
mal!
Cuando llegué, sobre las seis
y cuarto (me gusta llegar antes para “reconocer” el terreno y no encontrarme
sorpresas…lo hago siempre en todos las situaciones de mi vida), el cielo, con
aquellas nubes desgajas que nos daban pistas, a los que allí estábamos, de lo
que se avecinaba, proporcionaba un color especial a El Pilar.
Pues ya preparado en todos los
aspectos, el mental, el emocional, el espiritual e incluso el fisiológico…sí,
este último también tras haber tenido que escuchar en una cafetería, de las que
rodean la plaza, “…lo siento pero los servicios son para los clientes…¿quiere
tomar algo?...”. Hay personas, de verdad, que tienen un nulo concepto
empresarial. Yo entiendo que a determinada gente no se les deje entrar en los
wc de una cafetería, porque siempre estarían sucios…pero prohibirme la entrada
a mí, un tipo limpio…¡Cómo son! Rápidamente me busqué otro sitio en el que
fuesen más amables y, aunque me dijeron lo mismo, tras mirarme de arriba abajo,
me dejaron pasar…¡Lógicamente, amigos!
En fin que, como digo, tras
estar preparado en todos los sentidos, me dirigí a situarme donde iba a pasar
las dos horas y media siguientes. A los diez minutos de llegar ya tenía
firmados dos ejemplares. La tarde prometía.
Recibí la visita de algunos de
mis amigos mañicos y de algunos familiares, también, que tengo por aquellas
tierras y que fueron los que hicieron algunas de las fotos que hoy os enseño.
Gracias a todos ellos por la compañía y el refuerzo anímico que me
proporcionaron y que hizo que la tarde fuese muchísimo mejor de lo que ya
estaba siendo.
Me gustó hablar de “La nota…”
y contarlo innumerables veces, primero a los pequeños que, de la mano de sus
padres (siempre aquellos les daban un pequeño empujón en la espalda para que
rompiesen la vergüenza que les provocaba mi “¿quieres que te lo cuente?”), se colocaban
muy pegados al mostrador, casi con las narices apoyadas en él.
Después,
me dirigía a los padres, tíos o abuelos, que de todo se dejó caer aquella tarde
por la caseta, y les contaba lo que compartí el otro día con vosotros, en la
entrada que precede a ésta, sobre el potencial que tiene en sus páginas este
álbum ilustrado.
Todo fue muy agradable aquella
tarde, incluida la música ambiental que
englobaba todas las casetas que de soslayo estaban siendo observadas por las
figuras goyescas que descansan en la plaza.
Causalidades de la vida, la
música era de saxo. ¡A juego con lo que yo estaba ofreciendo! Estaba feliz.
Todo se había aliado para una tarde para recordar. De vez en cuando la música
bajaba de volumen y resonaban entre las casetas todos los nombres de los que
allí estábamos firmando y dedicando nuestros trabajos. Una gran satisfacción,
os lo aseguro.
Recuerdo momentos especiales
en los que, por ejemplo, aquella maestra, que no consigo recordar su nombre,
aunque lo escribí en la página del libro reservada para mis dedicatorias, me
contaba que quería utilizarlo para desarrollar un trabajo que tenía in mente para compartirlo con sus
alumnos; o la mirada, muy bonita por cierto, de aquella otra persona a la que
conté muchas curiosidades y que, lo hubiese apostado, pensé que tras la charla
se llevaría consigo “La nota…” y al final prefirió dejarlo para otro día; o la
abuela que pensó en dos parejas de nietos y se llevó sendos ejemplares para los
cuatro…¡Cómo son las abuelas!; y los vividos con tantos otros con los que
compartí lo que representa este trabajo lleno de valores, música,
sensibilidades y, sobre todo, mucho cariño e ilusiones. Estoy seguro que muchos
de ellos están ahora leyendo lo que os escribo porque se llevaron consigo mi
tarjeta profesional. A todos ellos, les doy la bienvenida a nuestro blog.
Espero que lo disfrutéis y os quedéis con nosotros para que cada vez seamos más
en este rincón.
La tarde terminó como
amenazaba: tormentazo con truenos y lluvia intensa. Desapareció todo el que
estaba deambulando entre las casetas y compartí unos momentos de charla con los
que allí nos encontrábamos y que regían la caseta de enfrente o la de al lado.
La lluvia, aquella tarde, llegó en el momento oportuno para el cierre de la
Feria, y yo me despedí de una etapa más en el camino de La nota que faltaba. Solo me queda agradecer a mi compañera, Bea,
lo agradable de la tarde y que me haya permitido compartir esos momentos en su
caseta. Muchas gracias, amiga, y espero que la Feria termine para ti muy bien, que te lo mereces.
Y a todos vosotros, espero que
este relato, quizá un poco, o un mucho, más largo de lo habitual, os haya
podido meter virtualmente conmigo en esas sensaciones que viví en la caseta
número 50 de la Feria del Libro de Zaragoza junto a mi encantadora compañera,
Beatriz.
Un cariñoso abrazo para todos
los que estáis aquí conmigo y recordad que debéis continuar soñando y siendo
felices.
José Ramón.
2 comentarios:
Hola José Ramón, enhorabuena, me alegro que te haya ido muy bien en la feria del libro de Zaragoza. Te lo mereces por tu esfuerzo, por tu trabajo, por el cariño que le pones a tus obras y, por esa gran ilusión... espero que a” la nota que falta” se les una muy pronto muchas otras.
Lo he buscado donde nos comentantes, aquí en Granada, pero físicamente no lo tienen hay que pedirlo, a mí me gusta cogerlo, tocarlo y, como dice mi hija olerlo, pues a ella le gusta el olor de los libros nuevos, manías, pero me lo ha pegado... en breve lo tendré.
Un abrazo 🤗
Hola, Marisol. Antes de nada pedirte disculpas por no haberte contestado pero ha debido fallar algo y el sistema no me ha avisado de tu comentario. Lo siento.
Muchas gracias por adquirir el libro y ya sabes que solo tienes que decírmelo y te mando la dedicatoria en un pdf. Ya he enviado unas cuantas y, cuando no hay posibilidad de hacerlo físicamente, he visto que es una buena opción y a mis amigos les gusta. Sí, es una gozada oler un libro nuevo. No te puedes ni hacer la idea de lo que supuso para mí oler en mis manos mi primer trabajo "La nota que faltaba": algo inolvidable y que me gustaría ser capaz de compartirlo con vosotros...pero no sé escribir los olores. Las sensaciones de lo que para mí ha supuesto sí que lo he hecho en varias ocasiones.
Bueno, mis disculpas de nuevo y te envío un fuerte abrazo con mi agradecimiento.
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