Hola, amigos, en este día caluroso en España,
como casi todos los de este mes de agosto. Es lo que toca…pero se hace duro,
sobre todo cuando, en algunas partes de nuestra bonita geografía, queremos
conciliar el sueño. Pero, es lo que tiene el verano, además de ser un tiempo en
el que aprovechamos para descansar, unos, para viajar y visitar lugares a los
que siempre nos ha apetecido acercarnos, otros. El verano siempre es deseado y
aunque tarda en llegar, pues nunca vemos el momento de sentirnos libres con los
pies metidos en el agua salada, o dulce, o dentro de unas botas por un sendero
maravilloso, se va rápido. El verano se vive con intensidad y por ello, creo
yo, es un tiempo de encuentros, pero también de desencuentros y, a veces, de
encuentros deseados y no encontrados. El verano es todo eso, al menos para mí.
Pero el verano, casi siempre, es un tiempo para
el ocio y la diversión compartida en el entorno de nuestros amigos o nuestra
familia. Y de eso va la entrada de hoy: de compartir ocio con los que más
queremos. En este caso, de compartir diversión, alegría, sueños, ilusiones
(¡como el nombre del blog!...por algo será…), magia, sensaciones…todo ello bajo
la gran lona de vivos colores que protege la pista central de un circo. Qué
bonito es el brillo de la ilusión en los ojos de los pequeños y en los de los
que ya se nos pasaron esos años. Fijaros, yo me atrevería a decir que nuestros
ojos, los de los mayores, son los más receptivos a ese brillar de pupilas en las
que se refleja la magia, la diversión, la tensión y la ilusión que se vive en
una función de circo, aunque sea la del más humilde de todos los que recorren, en este tiempo, el
mundo entero llevando, con mucho esfuerzo, sus almas errantes y sacrificadas,
pero vocacionales, para ilusionar a las gentes que abarrotan sus gradas durante
las fiestas locales. Yo los veo como portadores de ilusiones que llenan nuestros
corazones.
Todavía recuerdo, cuando releo mi historia y,
sobre todo, cuando la escribí, aquellos años de mi infancia, siempre en
Navidades, en las que se veían por las paredes multitud de carteles de colores
especiales y muy llamativos con fotos de lo que traía ese año el Circo que ya
se estaba instalando en la explanada de siempre. Era una ilusión que, todavía
ahora, cuando la recuerdo, me hace revivir ese estado como si tuviese aquellos
8/9 años.
Sí, hoy la entrada va del Circo, en este caso
del circo Markus. Los antiguos de este blog ya lo tenéis localizado. Sí, es el
circo protagonista del cuento “¡Qué empiece el espectáculo!”. Si os apetece podéis
volver a releer lo que en su momento escribí sobre él. Solo tenéis que buscar
esas entradas en el índice, por años y por meses, que podréis encontrar en la
columna lateral derecha de vuestra pantalla. Seguro que habéis reparado en que la cambié
añadiendo nuevos enlaces e información y borrando los que no nos servían de
mucho. Espero, por cierto, que este nuevo formato sea de vuestro agrado.
Pues bien, hablemos del cuento.
El proyecto que teníamos la ilustradora que
hizo aquellas bonitas ilustraciones, que podéis admirar de nuevo en las
entradas que os he comentado, y yo, finalizó por razones que no vienen al caso.
Eso me ha permitido reflexionar sobre lo que representaba y transmitía aquella
historia. Soy consciente de los tiempos en los que vivimos, en los que se
cuestionan muchas cosas y se ponen en entredicho otras muchas, aunque con ello
se roce la ridiculez y se haga gala de un progresismo mal entendido. Pero, como
digo, es nuestro tiempo y nos guste o no debemos vivir en él y en él nos toca
pelear, sufrir y disfrutar. Así las cosas y siendo consciente de esta realidad,
quise revisar el cuento. Así lo hice y creo que quedó mejor: más acorde a los
tiempos que vivimos, como os digo, pero sin olvidar aquellos años, en cierto
modo, añorados. La historia tiene una mayor riqueza y sigue intacto el espíritu
del Circo. El título también tenía que cambiar y es el que da nombre a esta
entrada. Me gusta como ha quedado todo el conjunto.
Una vez re-redactada la historia, me puse manos
a la obra para encontrar una ilustradora adecuada y creo que tuve bastante
suerte. Ella es Isabel Lozano Rodriguez y ya ha empezado a diseñar el personaje
que en el cuento es el Maestro de Ceremonias y abocetado una de las
ilustraciones que servirán de embajadoras cuando podamos empezar a contactar
con editoriales. Ésta que menciono es la que abre la entrada, como habéis podido imaginar.
De Isabel os traigo algunas imágenes de otros
trabajos en los que ha participado para que admiréis su arte.

A ella quiero,
desde aquí, agradecerle que haya querido apostar por el circo Markus y
compartir conmigo este proyecto que seguro hará las delicias de muchos pequeños
y, por supuesto, de muchísimos mayores que, como yo, recuerdan con melancolía
aquellos años en los que grandes circos visitaban nuestras ciudades cargados de
ilusiones y diversión.
Os dejo con el circo Markus. Coged las
palomitas y atentos que ya sale el maestro de ceremonias.
José Ramón.
En aquellos días el circo MARKUS,
protagonista de esta historia, tuvo que enfrentarse a su filosofía de vida y
apostar por sacar adelante unos animales que nunca debieron estar en
cautividad.
Muchas veces la vida nos hace tomar
decisiones que, aunque contrarias a nuestros deseos e intereses particulares,
atienden a un bien superior. Éste es el caso del circo MARKUS, en el que la
historia que se cuenta pone a prueba a sus componentes que, haciendo gala de
virtudes como el compañerismo, el espíritu de equipo y el espíritu de
superación ante la adversidad, logran sobreponerse a la situación a la que se
enfrentaron.
"MARKUS: un circo
especial" es una historia entrañable, con un final inesperado, sobre la
vida nómada de un circo, sobre sus gentes y sobre su dedicación y vocación
permanente a ofrecer lo mejor de ellos allá por donde iban acampando.
El viaje había sido frío y largo, muy largo. Conseguir
llegar al este más este de Europa no fue fácil, acarreando todo el material, formando
una interminable columna de caravanas y camiones cargados hasta lo impensable:
rebosando de telas, lonas y qué sé yo qué materiales específicos que parecía
que en cualquier momento iban a salir despedidos y quedar desperdigados por la
carretera, si no es por las gruesas cuerdas que los abrazaban seguros a los
enganches de los camiones.
Todo en aquel circo se hacía bien. Era el mejor de los
que por aquel entonces vagaban de pueblo en pueblo, visitando ciudad tras
ciudad y cosechando éxito tras éxito en todos los países por los que pasaban.
No fue fácil llegar tan lejos con las familias y todos
los trabajadores que entusiastamente trabajaban en el circo Markus. Todos ellos
sabían que el espectáculo que ofrecían era muy apreciado en los países del tipo
al que habían llegado y por ello se pusieron en marcha hacía casi dos semanas.
Sí, el circo Markus era un gran circo: contaba con los
mejores artistas mundiales que desafiando la gravedad en sus actuaciones ponían
en vilo los corazones de todos los que ocupaban sus gradas; sus hombres más
fuertes levantaban los pesos que jamás nadie pudiese imaginar fuesen capaces de
hacerlo; los magos hacían desaparecer todo lo que se proponían y traían al
escenario, de no se sabe dónde, los animales y objetos más inesperados. ¿Y qué
me decís de los payasos?: no tenían un momento fijo de actuar según el programa
del espectáculo; de pronto aparecían de entre el público y provocaban las más
grandes carcajadas que se habían nunca visto en los lugares por los que el
circo Markus iba pasando. Ellos siempre se encargaban de cerrar la función para
dejar ese poso de felicidad que tanto gustaba a su público.
Y me preguntaréis: ¿El circo Markus no tenía animales? Ya
os he mencionado que contaba con artistas reconocidos mundialmente y que sus
actuaciones estaban basadas única y exclusivamente en sus habilidades. Eso no
quería decir que no les gustasen los animales. Al contrario: eran amantes de
las bestias y criaturas que solían ir con otros circos y de hecho les encantaba
el poder llegar a trabajar con ellos, conscientes, además, de que ello les
reportaría muchos más beneficios que los que obtenían en la actualidad.
¿Entonces, tenían o no tenían animales? Pues ya he dicho que no. Hace unos
años, reunidos los responsables del circo, como siempre lo hacían cuando tenían
que tomar decisiones importantes, decidieron que un circo, por el espacio que
tiene, no es el lugar más adecuado para tener animales como elefantes, jirafas,
camellos, cebras, monos…etc., y por unanimidad determinaron que el Circo Markus
no era el lugar adecuado para tener animales en cautividad, por muy bien que
los fuesen a tratar, que lo harían. A pesar de esta importante decisión que
afectaba a su economía, como he mencionado, nunca criticaron a los circos que
sí ofrecían números con animales, por cierto, de gran calidad y con bestias muy
bien cuidadas.
El viaje se hizo agotador.
Llegaron a un pueblo…………………………………………
Esa noche, el equipo encargado de
recoger se puso manos a la obra: para el desayuno debían tenerlo todo
empaquetado y listo para la marcha.
La noticia llegó cuando estaban a punto de partir los
primeros vehículos cargados: el pequeño zoológico del pueblo está en unas
condiciones deplorables; los animales casi no son alimentados porque sus
desalmados cuidadores los abandonaron a su suerte hace unas semanas. Las arcas
municipales no pueden hacerse cargo de la alimentación de los desdichados
animales. Todo esto les contaban los integrantes de una comisión municipal que,
encabezados por su alcalde, les bloqueaba el camino.
…………………………………………………………………………………………………
Llegó el día del debut del “nuevo” circo Markus. Estaban en fiestas, las Patronales de la
Villa, y el circo acampó en sus afueras. Disfrutaban por aquellos lugares de
una bonita tarde de sábado y no cabía un alfiler bajo su gran carpa de franjas
rojas y blancas -como si del forro de un viejo colchón se tratase-. Todos los componentes
del circo estaban muy nerviosos, corriendo de aquí para allá, mirando entre las
grandes lonas que daban paso a la pista central para comprobar si habían sido
capaces de llenar todas las gradas. …………………………………………………………………………
La expectación era máxima y se notaba reflejada en las
miradas de los niños que abarrotaban las gradas y esperaban impacientes el
inicio de la sesión. Todo eran risas, preguntas sin respuestas, gritos…La
espera, entre el comer de palomitas, el dame un puñado más de pipas, y el
estate tranquilo que ya empieza pronto, se hacía interminable. Los padres no
sabían cómo retener a sus hijos presos de una excitación difícil de disimular.
¡Se apagaron las luces!
Un rumor recorrió los distintos niveles del graderío que
se alzaba próximo a la pista, casi encima de ella, para poder hacer llegar ese
calor y aliento que tanto necesitaban y necesitan los artistas en su puesta en
escena. Casi al instante se abrió la cortina en el pórtico de acceso al escenario
y una luz azulada, intensa pero con el brillo y calidez necesaria para la
ocasión, se posó y abrazó amablemente al personaje que hizo su entrada vestido
con reluciente frac y chistera a juego;
guiándole al centro de la pista.
–¡Señoras y señores, niñas y niños, queridos todos,
bienvenidos al mayor espectáculo del mundo! Hoy, el circo Markus, tiene el honor
de presentar ante ustedes…–así prosiguió durante unos minutos en los que
consiguió aumentar el grado de nerviosismo de los más pequeños– ¡Qué empiece el
espectáculo! –concluyó al fin, y las
luces se apagaron.
Todos salieron muy excitados
por lo que habían visto y disfrutado; el lleno fue absoluto y el espectáculo
rozó la perfección: sí, el mago, los equilibristas, los artistas sobre
bicicletas de una rueda, los payasos,…todos eran espectaculares; pero los
animales……………………………………
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