Hola, amigos, de este espacio. ¿Qué hora
tenéis? Me gustaría saber a qué hora elegís para meteros en mi mundo. Seguro que
muchos lo dejáis para la noche, antes de cerrar los ojos. Pues os digo que creo
que es buena idea. Yo suelo leer cosas que me dan tranquilidad y me crean una
sensación de sosiego emocional. Da igual que sea una novela o un mensaje de un
amigo o una entrada en un blog como el nuestro…el caso es leer algo que me
llegue y me impregne de todo lo que, en mi caso, quiero conseguir con lo que os
escribo: sosiego e intimismo. Espero conseguirlo en nuestro recinto en el que
os cito cuando algo os quiero contar. Es cierto que el silencio de la noche
ayuda a dar toda la dimensión que tiene nuestro Cuentos &Dreams y ayuda a olvidar el mundo y todo lo que se
nos mueve a nuestro alrededor y condiciona nuestra vida. Estoy seguro de que el
silencio de la noche en la que os venís conmigo aquí hace que olvidéis los
problemas de vuestra rutina y lo duro que haya podido ser vuestro día. Deseo, y
me gustaría escucharos, que lo que escribo os ayude a conciliar el sueño y a
descansar.
Yo, personalmente, solo leo cuando me voy a
la cama y…es raro que pase de dos páginas antes de quedarme dormido. En cambio,
para escribir, no busco una hora especial pero sí una situación de mi entorno
adecuada. Busco estar tranquilo, en silencio o con una música adecuada; casi
siempre con un té cerca de mí, que me ayude a contaros cosas desde dentro. Hoy
tengo un Rooibos, pero no tengo música. Tengo silencio en mi cuarto y os cuento
cosas para que las leáis en vuestro momento. Habladme de ese momento especial
que buscáis para estar en nuestro rincón lleno de literatura para niños…y
mayores.
Lo que os traigo hoy es un cuento que
conocéis bien y que, por lo que os he contado de él, sabéis que estaba prácticamente
ilustrado. La pena es que la ilustradora con la que formaba equipo, y que también
conocéis de sobra, por motivos de su trabajo no puede comprometerse a, cuando
encontremos editorial que lo publique, acometer las exigencias editoriales y
finalizarlo adecuadamente, por falta de tiempo. Muy a pesar mío, y estoy seguro
que de ella también, tuvimos que cancelar nuestra colaboración. No me cabe duda
de que, en un futuro, que espero no sea muy lejano, encontremos otra historia
que podamos dar vida juntos. Ya lo hicimos con “La nota que faltaba” y Tanía y
yo hemos tenido que cancelar nuestro segundo trabajo. Sus ocupaciones no le
permiten seguir. Una pena.
Pero Cosme
y la trucha, una bonita historia llena de valores y de sensibilidad, no
podía estar demasiado tiempo sin ilustrador/a. Y así fue. En agosto conocí a
través de la red, como siempre suelo hacer, a una magnífica ilustradora
(diréis: “siempre dices que son magníficas/os los ilustradores con los que
trabajas”…pero es que lo pienso así. Yo los busco y me enamoro de su manera de
interpretar con imágenes situaciones que se parecen mucho a las que yo tengo en
mi cabeza cuando escribo. ¿Cómo no voy a pensar que lo son?). Me dijo que hasta
octubre no podía ponerse con el cuento, pues tenía que terminar unos proyectos
y compromisos que tenía en curso. Pero, Rosa Ureña Plaza, (https://www.instagram.com/frenteyperfil/,
todos los derechos reservados) no dejó pasar ni unos segundos antes de empezar
a dar forma en su cabeza de artista a este nuevo Cosme y la trucha. Me asombró ver lo pronto que nos compenetramos y
lo bien que, juntos, hemos dado forma a esta historia para que llegue a ser un
gran álbum ilustrado. Pasamos por varios bocetos, que os traigo aquí,…
Rosa
quería algo brillante, pero no acababa de encontrarlo. Quería transmitir la
tartamudez de Cosme de una forma novedosa, con símbolos entremezclados con las
imágenes…
Varias pruebas y al final salió este nuevo Cosme. El texto también
sufrió sus recortes pues quisimos que no dijese más de lo que tenía que decir;
el resto se lo dejábamos a las imágenes…
Rosa, es una gozada el trabajar contigo y
está siendo algo muy bonito y muy interesante dar juntos forma a nuestro Cosme y la trucha. Me gustó mucho cómo
captaste, desde que llegó a tu ordenador, el interior de esta historia en la
que se respira una lucha contra la discriminación, en este caso por motivo de
la tartamudez de Cosme, y en la que las escenas se desarrollan dando su valor a
la amistad entre Cosme y ese animal frío y algo gelatinoso que es la trucha
recién salida del agua. Hoy, desde mi entorno, te lo quiero agradecer
públicamente pues con tu entusiasmo y tu implicación, estoy seguro de ello, podremos
todos, en un futuro que espero sea muy cercano, disfrutar de poder verlo hecho
realidad. Gracias y bienvenida a nuestro espacio de cita con la literatura
infantil.
Pues ya, mis queridos seguidores, que os
siento al otro lado de la pantalla, os dejo con este bonito cuento; uno de los
primeros que escribí y traje a este blog.
Buenas noches y recibid un gran y largo
abrazo con mi deseo de que no dejéis de soñar y de ser felices.
José Ramón.
Esta
es la historia de Cosme, un niño que, causa de su tartamudez, recibía el
rechazo y las burlas de sus compañeros de juegos. Cosme quiso compartir su
soledad con su única amiga a partir de aquél día…no fue tarea fácil porque se
trataba de una pequeña trucha de ojos negros y piel resbaladiza que no se
encontraba demasiado cómoda fuera del agua…aún así Cosme se afanaba en ello
hasta que de pronto…
Es
una historia tierna en la que se pone de manifiesto que el cariño entre las
personas debe de estar más allá de sus apariencias y sus limitaciones físicas,
porque en su interior siempre hay un corazón que merece la pena ser conocido y
querido.
El
trasfondo es la Amistad, con mayúsculas. Pero también nos habla de la
discriminación que muchas veces sufren los niños en sus juegos con los demás
por el mero hecho de tener algún problema físico, funcional o del tipo que sea.
Es duro decirlo pero es algo que sucede. En “Cosme y la trucha” vemos lo
importante que es la amistad para sobreponerse a ese aislamiento y esa, en
cierto sentido, discriminación (hablar de estos asuntos es difícil en estos
tiempos porque la sensibilidad de la sociedad, en relación a ellos, está a flor
de piel...A pesar de ello, creo que es un tema que debe de ser tocado con la
sensibilidad que, es mi opinión, se toca en "Cosme...") que sufren
los niños con algún trastorno o problema y que produce las mofas de sus
compañeros menos solidarios. Vemos, como digo, cómo la amistad es la vía para
su solución y su integración…aunque sea la que se tiene con una trucha.
Era, Cosme, un niño más pequeño de estatura de lo
normal y bastante delgado, para su edad, lo que llamaba la atención al resto de
los niños de aquel pueblo de montaña en el que se desarrolla el cuento que voy
a relatar. Además, Cosme, tartamudeaba un poco, sobre todo cuando se ponía
nervioso. Nadie quería ir con él.
Era ya principios de julio y se presentaba un verano
caluroso, aún más que de costumbre, pues se venía padeciendo en la zona una
sequía importante desde hace más de un año.
El río que bordeaba el pueblo llevaba seco desde
principios de abril, excepto en “el lago”: un ensanche de gran superficie del
propio río que, todavía, mantenía agua con una profundidad que permitía que más
de una trucha permaneciese allí hasta el invierno. Este paraje suponía un buen
reclamo para los pescadores de la comarca y los que venían de más lejos. Aquel año no se habían visto demasiados.
Cosme decidió que, como
estaba muy solo y nadie quería jugar con él, se iría al lago e intentaría
pescar algo. Como jamás lo había hecho, trataría de imitar a los pescadores a
los que más de una vez observó.
Como caña serviría una
rama; de sedal, una cuerda que cogió a su padre del desván; valdría como
anzuelo un alfiler doblado del costurero de su madre. Como cebo, cogió miga de
pan del día anterior. No olvidó, por supuesto, un buen cubo para llenarlo con
la pesca.
Llegó al lago. No había
nadie. Perfecto, todos los peces para él, pensó. Lanzó la cuerda con el
“anzuelo” sujeto en su extremo y pinchado en él una bola de masa de pan.
–Se-seguro que lle-lleno
la bol-bolsa de pe-pe-pescados –dijo nervioso.
Pasaron un par de horas sin sentir ni un solo
tirón. El cebo lo tuvo que cambiar varias veces pues, al contacto con el agua,
se reblandecía y se caía. Aún así, estaba casi seguro de que algo pescaría.
Lo que no sabía Cosme, es que………………………………………………………..
Cosme la miraba sin
perder detalle. Vio unos ojos angustiados, que lo miraban fijamente. La cogió
con sus pequeñas manos y le dijo:
–Me- me llamo Co-Cosme ¿Y
tú?
La trucha, cada vez se
movía menos y los ojos suplicaban algo que Cosme no alcanzaba a comprender.
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Un buen día, mientras
esperaba, vio como llegó al lago un hombre, subido en una bicicleta. Tras
dejarla apoyada en un muro cerca de la carretera, bajó al lago y se preparó
para un magnífico día de pesca.
Cosme se asustó un poco,
pues le vino a la cabeza la idea de que el recién llegado pudiese pescar a su
amiga.
Cosme estaba inquieto. No
sabía cómo podría evitar que aquél la pescase y se la llevase para siempre.
El hombre lanzó su
aparejo y, no habían pasado ni cinco minutos, cuando ya habían picado. Su caña
se dobló exageradamente y sacó por los aires una magnífica trucha.
Cosme palideció.
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2 comentarios:
Muchas gracias José Ramón. Es un placer ilustrar a Cosme y a su amiga la trucha. Está siendo muy fácil y agradable trabajar contigo. Espero que pronto lo tengamos en nuestras manos.
Muchas gracias, Rosa, y de nuevo muchas gracias y me encanta verte por aquí. Un fuerte abrazo.
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