Hola, amigos de mis ilusiones y de mis sueños. Seguro que muchos
de vosotros, sobre todo los españoles, estáis metidos en la ola de calor que
estamos sufriendo en la península española y nuestras ciudades africanas. Ya en pleno verano y esperando que
lleguen las vacaciones que parecen que no lo hacen nunca…después, cuando
estamos metidos de lleno en ellas, el tiempo se nos escapa de las manos y sin
darnos cuenta estamos de nuevo en nuestros trabajos soportando al jefe pesado,
el que lo tenga; al cliente impertinente, el que trabaje de cara al público, o,
simplemente, liados con nuestros asuntos rutinarios de nuestro día a día. Por
eso, os quiero aconsejar que cuando lleguen esos días de descanso, si no estáis
en ellos ya, que los viváis intensamente, tratando de saborear y de daros
cuenta de cada minuto que pasa y en qué lo estáis empleando (con vuestros
amigos, haciendo deporte, con vuestros hijos, sobrinos, nietos…). Tratad de
vivir las vacaciones muy intensamente y así conseguiréis tener un recuerdo
imborrable que os ayudará a vivir vuestra rutina posteriormente con ilusión. Yo
intento hacerlo. Intento vivir intensamente los momentos que la vida me
presenta y cuando acaban, que el tiempo no se puede parar y acaban más rápido
de lo que quisiéramos, esa intensidad me ayuda a revivirlos en mi mente durante
mucho tiempo más.
Bueno, que estábamos en la ola de calor soportando los 40 grados
que tenemos por estas tierras manchegas en las que me encuentro en esta etapa
de mi vida. Y creo que este ambiente de hoy nos brinda una buena oportunidad para
traeros una historia que ya muchos conocéis y que discurre entre el abrasador
calor de la suave arena de color amarillo claro, cercano al ocre. Ese color que
nos habla de sensaciones relacionadas con la hermosura, con los dioses de la antigüedad,
con la pureza. Esa arena que nos lleva a pensar en la dignidad, el honor y la
integridad de los nómadas que la pisan y son acogidos por sus granos microscópicos.
Sí, os estoy hablando de mi cuento “Viento del sur” que no lo traía de nuevo a
esta ventana desde el 3 de julio del año pasado, 2016 (os aconsejo que vayáis a
esa entrada por lo que contaba en ella). Una historia que para mí, como os he
contado en entradas anteriores, tiene un significado especial que me remonta a
mi niñez. Es, sin duda, uno de mis cuentos favoritos por la carga emocional que
tiene en sus letras. “Viento…” nos habla, sobre todo, de valores —el
compañerismo en situaciones difíciles, como es la vida en el desierto; la
caridad, la hospitalidad, el compartir con el que tiene menos o con el que, en
un momento, lo necesita—. Además y como un valor más y sobre el que se asientan las
sociedades, nos habla de lo importante que es la familia y lo hace a través de
una experiencia vivida por una familia tuareg. “Viento del sur” no ha dejado
impasible a nadie que ha tenido la oportunidad de leerlo y creo que al fin podrá
ver la luz pronto en las librerías. ¿Por qué estoy tan seguro? Pues porque
estoy de nuevo trabajando, codo con codo, con una nueva ilustradora y que, os
quiero ser sincero, creo que le ha dado un aire mucho más realista y más
ajustado a lo que yo tengo en mi cabeza sobre cómo es la familia protagonista
de esta historia. Realmente, mi nueva compañera, Marta Sedano (http://www.martasedano.com/) (todos los
derechos reservados), está llevando a cabo un trabajo extraordinario apoyado
previamente por un estudio de documentación muy concienzudo y ciertamente meticuloso.
Está siendo una gozada trabajar con ella en equipo, discutiendo todos los
aspectos de nuestra historia algo diferente de la escrita inicialmente: ahora está contada en primera persona, lo que la hace más cercana y nos hace al lector vivirla de manera más cercana y con más intensidad. Realmente queda
mejor.
Para mí está siendo un privilegio poder tomar parte en la maquetación de nuestro
producto y en la elección y motivo de las escenas que conformarán este
espectacular (permitidme que lo catalogue así) álbum ilustrado, cuando
finalmente lo sea. Marta, muchísimas gracias por tu compromiso en nuestro
equipo: estoy seguro que ello no nos llevará a lugar distinto de un buen
puerto, en este caso de una buena haima en la que descansemos de nuestro
esfuerzo, tomando y saboreando la riquísima leche de cabra y los dulces dátiles.
¡Bien seguro que sucederá así! Y aprovecho, en nombre de todos los que
conformamos la familia de Cuentos &
Dreams, para darte la bienvenida a nuestro entorno repleto de historias
relacionadas con la literatura infantil. Un gran abrazo para ti desde aquí.
Pues bien, amigos, os dejo con lo que os puedo traer de “Viento
del sur” y las porciones de algunas de las ilustraciones de muestra que tenemos preparadas
para su envío a las editoriales.
Os deseo, como siempre, que soñéis mucho y que no dejéis de ser
felices.
Un cariñoso abrazo.
José Ramón.
“Viento del Sur” nos permite acercarnos al seno de una
familia nómada y vivir y sentir, a través de la historia contada, la acogedora
calidez de sus gentes y la sencillez y fragilidad de sus vidas en manos,
siempre, de un desierto protector unas veces, y otras cruel, inhóspito e
implacable.
En este relato se ensalzan los valores de la familia y
las tradiciones que, de abuelos a nietos, se traspasan como un tesoro de valor
incalculable pues representan los verdaderos cimientos de toda una vida nómada
entre arena, cabras y dromedarios; castigada, a veces, por el viento que venía
del sur.
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También,
en esas noches, Zaila y Ahmed aprovechaban para transmitir a sus hijos las
normas de respeto a los mayores, muy unidas a los principios y costumbres por
los que se rigen las gentes del desierto. Y, por supuesto, las normas básicas
para sobrevivir en tan inhóspito, peligroso y, a la vez, cautivador entorno;
con sus arenas formando las altivas dunas; su viento que
castiga la piel de los seres vivos que lo recorren, como si de perdigones se
tratase; y, sobre todo, su bóveda estrellada que tantas miradas de esperanza,
sueños y proyectos, captura.
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En
las noches de paz como aquélla, Ahmed contaba historias a sus hijos, al igual
que lo hicieran en tiempos, su padre y su abuelo. De esa forma, se
conseguían transmitir de generación en generación.
Una
de ellas hablaba de los días en los que soplaba el temido Viento del Sur. Un
viento terriblemente cálido que hacía secar los pozos de agua que, aunque
escasos, permitían la supervivencia del pobre pueblo nómada al que pertenecían
los protagonistas de esta historia. En esos días, cuenta la sabiduría del desierto,
solía, por sus arenas, vagar un esbelto Tuareg sobre un dromedario
blanco, con dos grandes tinajas a cada lado de la única chepa del animal,
portando el agua más fresca que se pudiera imaginar para socorrer a sus
protegidos, los nómadas del desierto……………………………
2 comentarios:
¡¡¡Preciosos dibujos!!!
Impresionante la evolución de los trabajos José Ramón.
Poco a poco van tomando forma nuevos proyectos... (por cierto, estamos impacientes)
¡Enhorabuena!
Sí, Rosa, tienen algo especial y a mí, personalmente, me transmiten más que los realizados por la anterior ilustradora. Marta Sedano es una ilustradora metódica y muy, muy profesional. Estoy encantado de tener la oportunidad de trabajar con ella y algo me da en la nariz que pronto nos lo van a quitar de las manos. El proceso que estamos siguiendo está muy bien dirigido por ella que tiene más experiencia que yo en este campo y que me está permitiendo aprender mucho de su mano. Me alegro que te haya gustado y hayamos sido capaces, ambos, Marta y yo, de crear sensaciones en los que me leéis. Un abrazo muy cariñoso y gracias por tus comentarios que siempre enriquecen las entradas que publico.
José Ramón.
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