martes, 25 de julio de 2017

CARGO BLUE




Abrí los ojos esta mañana pensando qué podría hacer en un día sin trabajar como éste: ¿Playa o piscina? La duda en las últimas semanas se me volvió a plantear hoy. Siempre soy así: indeciso a más no poder y eso me crea una gran ansiedad. Quizá porque tengo siempre varias opciones para hacer; siempre tengo un plan “b” y a veces uno “c”. Hoy solo tenía estos dos planes aunque me apetecía hacer algo de deporte —¿quizá era el “c”?— pero con este calor y, sobre todo, esta humedad a estas horas no creí que fuese una opción ni siquiera saludable. Lo dicho, decidí lo que todavía no había decidido: ¿playa o piscina? De momento subí la persiana de mi ventana que, por cierto, solo sirve — pues no me aísla ni medio decibelio del ensordecedor paso de vehículos, incluido el odioso camión de la basura, que circulan por la céntrica calle en la que vivo— para evitarme despertar cuando aparece el Sol que por estas tierras lo hace antes que por ningún sitio en España —bueno, esto puede que sea una exageración pues lo he dicho solo mirando a los puntos cardinales sin situar longitudes geográficas—.
¡No me lo pude creer!¡Estaba nublado! La playa o la piscina podía esperar: el plan “c” tomaba plena vida. Me activé. Rápido al armario, antes de que se plantease un día soleado y caluroso como los pasados, para prepararme para mis habituales 40 minutos de carrera. ¿El ritmo? Pues el de siempre, el que me permite mi corazón que ya lleva varios años conmigo y nos tenemos cariño. Me gusta siempre tener ese detalle con él y correr a su ritmo. Él es el que me indica si debo ir más rápido o más trotón.
Pulsómetro en su sitio, zapatillas y calcetines, más finos que los que utilizo en invierno —por cierto, estos finos llevan una banderita española en su lateral…es que soy español, ¿sabéis? Y me gusta a veces lucir mi bandera cosa que, aunque haya quien lo diga, no tiene nada que ver con la política: solo con el país que amo y en el que nací—, también en su sitio; pantalón y camiseta, en cuya parte de atrás pone “Marathon de…”no me acuerdo el sitio pero es uno importante donde se ha batido el récord de la prueba a nivel mundial por lo llano de su recorrido y las condiciones de carrera en la fecha en la que se realiza…pero no me acuerdo...No es que sea de uno que yo haya corrido, pues no he tenido nunca la oportunidad de hacer ni siquiera uno: nunca he podido prepararme adecuadamente pues cuando no era por este motivo era por aquel otro. Una espinita que tengo clavada.
Seguí, de habitación en habitación, cogiendo mil y una cosas…es que me gusta llevar de todo: carnet, radio, dinero, unas gafas chulas y muy pequeñas que me he comprado y que no abultan nada para leer en caso de necesidad; las de sol no las llevo pues me molesta correr con ellas; una gorra que suelo ponerme, sobre todo en verano, y que voy empapando en las distintas fuentes que me voy encontrando en mi recorrido, etc, vamos, de todo.
 Ya, por fin todo en su sitio —soy un poco pesado en los preparativos y me cuesta salir unos cuarenta y cinco minutos desde que decido salir…a veces me da ganas de darme un par de capones: ¿es que no puedo tardar lo que todo el mundo?— y ya en la calle hice unos estiramientos mientras el pulsómetro cogía el satélite, que en el centro de la ciudad cuesta a veces un rato.
Suelo hacer unos siete kilómetros y medio lo que me sobra para mantener un estado más que aceptable de forma y, sobre todo, para sentirme bien mental y físicamente. Y así los hice.
¿Os acordáis del relato de la pista de patinaje? Os lo recuerdo: lo publiqué, ahora hace un año y unos días, concretamente el 7 de julio. Yo lo acabo de releer y me ha gustado hacerlo. Hacedlo también que seguro que lo pasaréis bien. Bueno, pues en esa pista de patinaje es, cuando está desocupada, donde suelo hacer los ejercicios de estiramiento y vuelta a la calma tras la carrera. En invierno me voy poniendo en distintas partes de ella, pero en verano, con el Sol que golpea duro y la temperatura que se alcanza a la hora que corro, es otra historia: suelo ponerme en la parte izquierda, según las fotos de la entrada que os he comentado, bajo las ramas de uno de los árboles que rodean la pista. No sé de qué especie es aunque creo que venidas, las semillas, de un país lejano. Yo solo busco su protección en mi deporte cuando el Sol me hace daño tras finalizar. Ya sabéis: A quién a buen árbol se arrima buena sombra le cobija. Eso me dio que pensar. Es como en la vida: cuando las cosas nos son menos a nuestro favor, cuando la vida no nos favorece o nos presenta dificultades es cuando buscamos la protección de algo o de alguien, material o imaginable…Pues de esto va lo que os traigo yo hoy aquí:
Desde el 17 de octubre de 2015 no os hablo de “Cargo Blue”, mi primera historia y sobre la que ya os he confesado el significado que para mí tiene. Cargo Blue buscaba esa protección también. La buscaba entre sus amigas las nubes y eso os cuento en la sinopsis de la historia, que podéis leer más abajo, y en la parte de la historia que os comparto. Necesitaba encontrarse en un ambiente que no fuese hostil en cuanto a lo solo que se sentía, y eso lo conseguía, inicialmente, cuando con su morro mirando al cielo se metía entre sus compañeras de viaje…después, quizá lo encontrase también de otra manera…
Os quiero pedir que vayáis a ese día, en las entradas de este blog, y releáis lo que escribí y que es la esencia de lo que para mí significa este cuento tan especial. Una de las cosas que os decía es que estaba a la búsqueda de un ilustrador especial que fuese capaz de dar vida a este entrañable avión de carga. Ya lo tiene y hoy os la quiero presentar: se trata de María José Plata ( https://www.facebook.com/mariajose.platasantos?fref=ts 
http://mjplatailustracion.blogspot.com.es/2016/12/pintando.html  todos los derechos reservados) Una ilustradora, creo que gallega, aunque no estoy seguro. Pero de lo que sí lo estoy es que la sensibilidad que transmite con su arte le va muy bien a Cargo Blue. Espero que os gusten estos bocetos y este diseño del avioncito. Ahora, María José, está terminado otro trabajo y en cuanto pueda empezaremos a avanzar para que, lo antes posible, podamos ofrecerlo a las editoriales. Ya lleva demasiado tiempo descansando en una carpeta de ordenador. Por mi parte, María José, te doy la bienvenida a este blog que, a partir de ahora, será también tuyo. Un abrazo grande con mi agradecimiento por haber querido compartir este proyecto que para mí significa tanto.
Y a vosotros, queridos amigos, os dejo ya con mi cuento favorito. Espero que lo disfrutéis una vez más.
Soñad y sed felices.
Un abrazo muy cariñoso para todos vosotros.
José Ramón.


“Cargo Blue” es la historia de un joven, feliz y responsable avión de carga.
Abrazado a él –porque en el discurrir de la historia se desea abrazarlo…- nos guía por su vida y nos presenta a sus amigas, las nubes. Sí, Cargo Blue no tiene más amigas que las algodonosas nubes blancas que le arrullan y le dan el calor que no tiene en tierra firme.
Ésta es una tierna historia en la que se nos sugiere que la belleza y riqueza de las personas no es siempre lo que se nos muestra de ellas exteriormente, sino lo que guardan en su interior.
“Cargo Blue”, desde el momento que fue escrito, no ha dejado de ser una referencia y guía de estilo de vida, no siempre fácil de seguir.




Me llamo Cargo Blue y mi vida no podemos decir que sea atractiva. Si hay una palabra que la puede definir, ésta es Soledad u Olvido. Cualquiera de las dos están muy unidas al día a día por el que discurre mi vida desde que hace pocos años, pues todavía soy muy joven, relevé a mi padre, un viejo avión de carga, al que, por su edad, no se le permitió volar más.
Sí, soy un avión de carga cuya vida discurre, cuando no estoy volando, en un hangar triste, sucio, lleno de cajas y con los cristales rotos por el abandono. El frío y la lluvia que se cuelan por los huecos que dejan los cristales y que más de una vez me hacen tiritar y mojan mis alas, son mis únicos compañeros en las noches de invierno.
Pero, ¿sabes qué es lo que menos me gusta?: que no se lo puedo contar a nadie, porque estoy solo. Bueno, tampoco es muy cierto esto que digo ya que hay veces, una por semana más o menos, en las que por las noches entran sin avisar algunas personas con unas viejas máquinas que hacen mucho ruido y desprenden un humo que me hace toser; me abren la panza y empiezan a meter muchas cajas y mercancías en mi interior. Eso me indica que, a las pocas horas , normalmente de madrugada, debo de iniciar mi viaje con mucho sueño por el despertar temprano. Ahora soy joven y no me importa demasiado, pero lo mismo hacían con mi papá y el pobre ya era muy mayor para eso.
El viaje, como te cuento, lo inicio cuando el Sol todavía no ha salido; hace frío y muchas veces hay una niebla que, encima, me dificulta la visión. Me gustaría tener una bufanda para no pasar tanto frío…, pero es que no existen bufandas tan grandes para aviones.
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Yo me divierto mucho cuando vuelo y me apoyo en las nubes como si me estuviesen sujetando. ¡Qué tontería! Yo peso más que ellas y eso sería imposible. Imagino que son mis amigas; en realidad yo las considero así. Hablo con ellas y les cuento mis cosas…lo hago porque ya te he contado que mi vida es un poco triste y bastante solitaria, y necesito hablar con alguien que me escuche…claro, como no hablan…

2 comentarios:

Mercedes Moreno dijo...

Me gusta muchísimo este cuento y las ilustraciones inmejorables, estoy deseando leerlo.Deseo que su publicación sea rápida. Un abrazo.

José Ramón de Cea dijo...

Gracias Mercedes. Creo que es uno de mis mejores cuentos pero me ha costado bastante encontrar la persona que sea capaz de ilustrarlo. "Cargo Blue" necesita un ilustrador que sea capaz de interpretarlo adecuadamente. Creo que María José es la persona adecuada. A ver si lo podemos terminar pronto y lo presentamos a alguna editorial y, si Dios quiere, lo podamos tener en las librerías pronto. Creo que va a gustar mucho. Es un cuento, como todos los míos, con muchos valores. Muchas gracias por tu comentario y recibe un abrazo muy cariñoso. José Ramón.