Buenas
noches, queridos amigos. Hoy no os traigo buenas noticias pues hemos roto el
acuerdo verbal que teníamos la ilustradora de mi cuento "Viento del
Sur" y yo. Nuestro "feeling" acabó definitivamente y rompimos
nuestro "contrato" verbal, tan fuerte como uno escrito. Debimos
haberlo hecho hace tiempo pero, aunque no es algo agradable el haber pasado por ello, como dice nuestro refrán: "nunca es tarde si la dicha es buena", y en este caso ya lo creo que lo es: primero porque se rompió nuestra complicidad hace mucho tiempo y segundo porque no encontrábamos el camino de sacarlo adelante, sobre todo en mi caso que mi experiencia en estos temas era cero. Ahora, con mi primer trabajo publicado algo más sé e intentaré aplicarlo al nuevo proyecto con "Viento..." que estoy seguro no tardará mucho porque la historia es realmente bonita.
"Viento
del Sur", por tanto, queda liberado para que un nuevo ilustrador se aventure a darle
vida, o una editorial decida acogerlo y darle luz con su equipo de
ilustradores. Seguro que en esta nueva etapa tenemos más suerte y pueda
hacer las delicias de todos vosotros en las librerías. Ya os lo iré contando.
Para
los que no lo conozcáis os diré que se trata de una bonita historia que nos
habla de tradiciones y de los hombres del desierto. Nos habla también de
valores. Estoy seguro de que alguno de los muchos ilustradores que leen esto se
decidirá a intentarlo: estaré encantado de formar equipo con él o ella, de la
misma manera que lo estoy haciendo con el resto.
Bueno,
pues sin más, os dejo con la sinopsis del cuento y unos párrafos que, a los más
antiguos del blog, les sonará. ¡¡Empezamos una nueva andadura ilusionante para “Viento
del Sur”!! A ver si en esta ocasión somos más capaces ambos de encontrar el
camino de su edición.
Buenas
noches y un abrazo para todos con el deseo de que soñéis y seáis felices.
José
Ramón.
“Viento del Sur” nos permite acercarnos al seno de una
familia nómada y vivir y sentir, a través de la historia contada, la acogedora
calidez de sus gentes y la sencillez y fragilidad de sus vidas en manos,
siempre, de un desierto protector unas veces, y otras cruel, inhóspito e
implacable.
En este relato se ensalzan los valores de la familia y
las tradiciones que, de abuelos a nietos, se traspasan como un tesoro de valor
incalculable pues representan los verdaderos cimientos de toda una vida nómada
entre arena, cabras y dromedarios; castigada, a veces, por el viento que venía
del sur.
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Ahmed y su mujer Zaila, contemplaban noche tras noche semejante espectáculo y, por ello, se sentían unos privilegiados y agradecidos a ese Ser superior que todo lo controlaba. Daban gracias, también, por haber llegado a la noche vivos y con buena salud, de la que gozaban, igualmente, sus tres hijos: Habib, que ya era un hombretón con sus dieciséis años; Ahmed de trece y que recibió el nombre de su padre; y Haira, de tan sólo seis.
Ahmed y su mujer Zaila, contemplaban noche tras noche semejante espectáculo y, por ello, se sentían unos privilegiados y agradecidos a ese Ser superior que todo lo controlaba. Daban gracias, también, por haber llegado a la noche vivos y con buena salud, de la que gozaban, igualmente, sus tres hijos: Habib, que ya era un hombretón con sus dieciséis años; Ahmed de trece y que recibió el nombre de su padre; y Haira, de tan sólo seis.
Estaban tumbados alrededor de una pequeña hoguera, que
el mayor de los hermanos se encargaba, siempre, de disponer. Lo hacían para
protegerse del frío, a veces gélido que, al ponerse el Sol, se apoderaba del
territorio. Era un momento de paz y tranquilidad, en toda su plenitud, disfrutado
por la familia nómada protagonista de esta historia; al cual contribuía la
multitud de estrellas fugaces que recorrían ante sus ojos, de lado a lado, el
firmamento que ante ellos se desplegaba. Permanecían hechizados por el brillo
acogedor de las llamas, a la vez que se dejaban invadir por el cálido aroma de
un vaso de té verde, que sabía preparar Zaila...................................................................................................
Una de ellas, hablaba de los días en los que soplaba el temido Viento del Sur. Un viento terriblemente cálido que hacía secar los pozos de agua que, aunque escasos, permitían la supervivencia del pobre pueblo nómada al que pertenecían los protagonistas de esta historia. En esos días, cuenta la sabiduría del desierto que solía, por sus arenas, vagar un esbelto Tuareg sobre un dromedario blanco, con dos grandes tinajas a cada lado de la única chepa del animal; portando el agua más fresca que se pudiera imaginar para socorrer a sus protegidos , los nómadas del desierto.
Esta leyenda, como parte del saber del pueblo nómada,
era relatada por Ahmed con precisión.............................................................................................
(nº de registro de la
propiedad intelectualV-1069-10)
http://people.safecreative.org/jose-ramon-de-cea-velasco/u1108080449272
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