domingo, 11 de octubre de 2020

Mis cuentos a trozos. EL GLOBO DE LA VIDA

 


Hola amigos, buenos días a todos. Ya tenía ganas de volver a contaros cosas de estas que me fluyen y que no quiero filtrar demasiado…filtrar algo, sí, porque en esta época de ansiedades los ánimos no están para muchos problemas y cualquier cosa nos hace saltar y si no filtro se puede armar la gorda. Tenemos, al menos yo sí intento hacerlo, que aguantarnos las ganas de tirar por la calle de en medio, como decimos por aquí, por España. Me da la impresión de que se nos agolpan los conflictos: en la faceta profesional, en la faceta familiar, en la afectiva, en la de ocio y los hobbies…A mí, aunque no lo creáis, los he tenido y algunos siguen estado presentes, en todas esas áreas y alguna más. Quizá no sea una realidad pero mi estado de ánimo, en esta época, me hace vivir situaciones no demasiado agradables en las que me encuentro con gente que realmente no son capaces, en tiempos de pandemia, de resolver las complicaciones que esta realidad provoca y arremeten contra todo lo que se les cruza por delante. Sí, en estos meses no acabo de encontrar la tranquilidad que siempre he buscado y que casi siempre he conseguido. No es una época fácil para nadie.

Lo que sí me gustaría es poder tener la capacidad de desplazarme en el tiempo atrás y poder reorganizar mis cosas mejor. La vida siempre es complicada. Es complicado tomar decisiones cuando no se sabe con certeza cuál va a ser el resultado de las mismas. Una vez que se vive el resultado y que no es como suponíamos…sería bueno poder volver atrás y modificar en algún sentido el camino que se emprendió. Y os preguntaréis si podría ser un poco más explícito pues parece que me refiero a experiencias personales…No creo que sea necesario serlo...recordad que os he dicho que algo debo filtrar... Solo pretendo llevaros a imaginar la posibilidad de que pudiésemos viajar en el tiempo y preguntarnos…¿a dónde iríamos? ¿En qué punto de nuestra historia pararíamos este transporte que nos pudiera conducir a través del tiempo?

Os propongo un juego. Coged un papel, o el blog en el que escribís vuestras cosas. Coged vuestro diario, el que tenga la suerte de poder tenerlo (cuando tienes la sensación de que alguien puede llegar a leerlo es muy difícil aventurarse a iniciarlo), y escribid sobre eso. Plantead la fecha, el momento específico, el lugar en cuestión al que os gustaría viajar para, al menos, reconsiderar las decisiones que tomasteis o, si no lo hicisteis, decidir cuál hubiese sido la mejor postura que hubieseis debido tomar. Hacedlo y os sorprenderéis. Y contad lo que podáis contar (filtrado, jajajaja) en los comentarios de esta entrada.

Pues de esto va esta entrada. Ya sé que la mayoría lo sabíais pues ya conocíais esta historia de fantasía en la que trato de hablar, fundamentalmente, de lo importante que es la familia en nuestras vidas. Pero seguro que, aun conociéndola, habéis encontrado algún matiz nuevo que hace que esta historia pueda estar muy de actualidad.

Procuré, cuando la escribí, que fuese una historia enfocada para niños en el rango superior de las edades para las que me gusta escribir, de 5 a 10 años. Y también pretendí que pudiese transmitir sensaciones a los mayores, a ellos que seguro compartirían en algún momento la lectura con sus pequeños. El texto está elegido para estimular la lectura de los pequeños lectores y he tratado de utilizar palabras que les sirvan para incrementar su vocabulario. Si a eso que os cuento le añadimos sus ilustraciones, El globo de la vida representa un proyecto muy atractivo que está buscando editorial y que esperemos pueda encontrarla más pronto que tarde.

Os hablo ahora de su ilustradora, la que me acompaña en este proyecto. Ya lo conocéis muchos de vosotros. Se trata de, Ana Forradellas (reservado todos los derechos). Aquí os traigo su web en la que podréis admirar como da vida a todo lo que le pasa por su mente de maravillosa artista: https://www.anaforradellas.com/. Especialmente os llevo de la mano a: https://www.anaforradellas.com/blanco-y-negro. Estoy seguro de que os va a enamorar como a mí me pasó.

En este enlace podéis leer de qué va esta historia y el proceso seguido por Ana Forradellas. Espero que os guste también: https://jrdecea-cuentamelos.blogspot.com/2017/09/el-globo-de-la-vida.html.

Pues ya no me queda más que, tras dejaros un trozo de esta historia y su sinopsis, enviaros un gran abrazo y desearos, una vez más, que no dejéis de soñar y de ser felices…con las pequeñas cosas que es donde se encuentra la felicidad.

José Ramón.

 

El “Globo de la Vida” es una historia de fantasía en la que podremos soñar, de la mano de Justino, con viajar al pasado y tener la oportunidad de cambiar algo de lo que sucedió entonces y de lo que no estamos demasiado contentos. El medio de viaje: un globo.

En este relato se ensalza, fundamentalmente, lo importante que es la familia en la vida de una persona y el cariño que debe existir entre sus miembros.

 


Esta historia que paso a contar, me la contó en su día el protagonista de la misma, aunque yo no me la he llegado a creer nunca. Algo tan maravilloso no ha podido llegar a suceder. De todas formas, como me la contó, hoy yo la relato aquí.

Justino era un hombre que ya pasaba de los treinta. Vivía en una pequeña casa de campo que en su día formó parte de lo que estaba llamado a ser una granja muy productiva, de las mayores de la comarca, si no llega a ser por la desgracia que sufrió en su niñez. Dedicaba todo su tiempo y sus esfuerzos a cuidar de su abuela, ya anciana y desde hace años impedida.



Cuando podía, y el cuidado de ella se lo permitía, con su vieja furgoneta realizaba encargos y transportes  que le reportaban un dinerillo, con el que iban sobreviviendo los dos, más mal que bien.

Pertenecían, en su tiempo, a una familia adinerada; pero debido a la desgracia que cayó sobre ellos, cuando Justino tan sólo contaba con nueve años, les hizo tener que ir vendiendo las tierras que rodeaban la casa, hasta donde la vista alcanzaba; y las reses cuya magnífica carne vendían a buen precio en los mercados de la zona.

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Él me seguía contando…

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Un buen día acababa de llegar de hacer unos transportes cuando, de repente al bajarse de su furgoneta, vio uno de esos grandes globos de colores que, en los días de buen tiempo, se divisan surcando los parajes  como aquél en el que vivían Justino y su abuela.

Ante su asombro, el inmenso globo de bonitos colores, tomó tierra muy cerca de donde él se encontraba. Lo venía conduciendo un hombre de edad difícil de calcular, pero con una sonrisa y mirada especiales. Con un gesto de la mano le invitó a subir a su nave. Él, Justino, no supo el porqué accedió a la invitación, sin conocerle de nada y, sobre todo, porque debía atender a su abuela que llevaba toda la mañana sola. No lo supo, pero lo hizo.



Subió a la cesta del globo con la ayuda, sin mediar palabra alguna, de aquel cautivador hombre. A continuación, el quemador soltó un chorro de fuego y el globo comenzó a elevarse. Empezaron a meterse entre las nubes blancas que esa mañana cubrían parte del cielo, mientras Justino veía alejarse su casa, desapareciendo de su vista, con cierta preocupación.

Pasaron entre ellas un tiempo que Justino fue incapaz de calcular. Estaba un poco asustado, pues se decía cómo había sido tan imprudente de subirse a ese artefacto: sin saber a dónde iba; ni quién era ese hombre que con maestría lo guiaba; ni, sobre todo, cuándo iba a regresar.

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¡Por fin, salimos de las nubes!, dijo aliviado al ver de nuevo su casa  y que estaban descendiendo.

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Ellos estaban sorprendidos de que alguien hubiese venido en globo a visitarles. Le dieron una calurosa acogida mientras empezaban las presentaciones.

–Me llamo Damián y este es mi hijo mayor Alberto –dijo el señor.

Justino no salía de su asombro. Estaba totalmente aturdido, pero respondió al saludo.

–Encantado, me llamo Justino…

–¡Igual que yo, papá, se llama igual que yo! –Se apresuró a decir el pequeño.

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No había terminado de reaccionar, Justino, cuando llegó uno de los trabajadores de la finca, de su finca, y le dijo a su padre que en la parte norte de la alambrada había descubierto un agujero, posiblemente abierto por algún cazador furtivo. Sin más, su padre invitó al recién llegado a subir en la parte delantera de la carreta, junto a él, para que les acompañase y así tendría la oportunidad de enseñarle la finca. Detrás se subieron los dos chavales.

Justino tuvo unos momentos de reflexión durante el inicio del recorrido………………….

 


2 comentarios:

MERCEDES MORENO dijo...

El globo de la vida es un cuento precioso,te deseo toda la suerte para encontrar una editorial que lo publique, lo merece.Un beso.

José Ramón de Cea dijo...

Muchas gracias, Mercedes. Estamos en una época difícil para las editoriales y, por tanto, para los autores. Espero que le entre por los ojos a una de ellas. Gracias, de nuevo. Un abrazo.