miércoles, 17 de julio de 2019

¡”Pan con miel”: mi segundo proyecto que verá la luz!




Buenas noches amigos. Estoy de enhorabuena y quiero compartirlo con vosotros porque la ilusión que me hace, los que lleváis más horas de paso por el blog, bien la conocéis.
Nunca lo he ocultado y siempre que he tenido oportunidad he compartido con vosotros que mi cuento, Pan con miel, es uno de mis favoritos. Y lo es porque, y ya me lo habréis leído más de una vez, es pura fantasía. Los cuentos deben de estar cargados de fantasía; deben de ser capaces de transportar a los más pequeños fuera de nuestro sacrificado mundo y de nuestro día a día complicado. Los cuentos deben estar cargados de ilusiones, de mundos fantásticos, de lugares especiales y difíciles de encontrar. Cuando entras en un cuento, de estos a los que me refiero, debes de meterte en un lugar al que no puedes acceder si no es abriendo sus primeras páginas. Por eso me gusta tanto Pan con miel y estoy tan orgulloso de haberlo escrito. Sí, ha sido aceptado por la editorial Sar Alejandría Ediciones y probablemente será publicado bajo el sello de Sanguina Ediciones. Este es el sello dedicado a los Cuentos Ilustrados y Pan con miel lo es.
En alguna entrada anterior os comenté el motivo por el que finalicé el acuerdo verbal con la primera ilustradora que trabajó en esta historia. Ciertamente no podía permitir el tener parada esta historia tanto tiempo sin avanzar un ápice (cinco años…que se dice pronto…la ilustradora se enfadó conmigo cuando se lo dije…pero no tenía razón). El tiempo me ha dado la razón pues en cuanto nos hemos puesto manos a la obra ha habido una editorial que se ha interesado por él. Digo “hemos” porque, Mari Carmen Mordom https://www.mcarmen-mordom.com/ https://www.facebook.com/mcmordom/
(todos los derechos reservados), que es la magnífica ilustradora con la que comparto este proyecto, y yo hemos trabajado en equipo para conseguir, hoy, el tener firmado un contrato de edición con la editorial que os he presentado. ¡Estamos felices!
En mi caso, como sabéis de sobra, es el segundo trabajo que verá la luz. Y quiero dar las gracias a Claudine Bernardes, editora y responsable de la sección de infantil de Sar Alejandría, por la confianza que ha puesto en nosotros y personalmente quiero desde aquí y con vosotros, agradecer mucho los elogios hacia mí y mi historia que me ha regalado y que quedarán en mi corazón para siempre y junto a Pan con miel. Muchas gracias, Claudine, y te envío desde aquí un abrazo agradecido.
Pan con miel me permite tener una nueva oportunidad de poderos hacer felices con mis historias. En este caso podréis leerlo de principio a fin y sentir todo aquello que sentí cuando lo escribí, allá por el año 2010, y que revisé y mejoré sustancialmente el año pasado. Esta historia no va a ser una más de las que han pasado por vuestras manos y las de vuestros pequeños. Os aseguro que será una de esas historias que se leerá y se volverá a releer. Os va a encantar a todos los que tengáis oportunidad de entrar en ella. Eso será a la altura de febrero del año que viene y ya os adelanto que tendré en mi poder unos cuantos ejemplares para que aquellos que deseen adquirirlo lo puedan hacer, con mi dedicatoria original y personalizada en sus páginas. Para eso queda tiempo todavía y ya os iré informando cuando llegue el momento. Por ahora solo quería compartir la noticia con vosotros y traeros un avance de este cuento que rebosa fantasía por los espacios entre letra y letra.
Aquí os dejo con lo que, por ahora, os puedo ofrecer.
Un cariñoso abrazo para todos vosotros y recordad que no debéis de dejar de soñar y de ser felices.
José Ramón.

Pan con Miel es, entre otras cosas, un canto a la responsabilidad, que no entiende de edades ni de situaciones sociales. La responsabilidad, junto a la capacidad de esfuerzo y sacrificio, son los valores que se ponen de manifiesto en este relato que desborda fantasía e ilusión por los cuatro costados.

Sí, dicen que los sueños se cumplen si lo son de verdad y se sueñan con intensidad. Esto debió de pasar por la cabecita de Irma cuando viendo lo desgraciada que era la vida de su familia, quiso poner en práctica lo que escrito en una leyenda, transmitiéndose de generación en generación, llegó hasta ella. Quería ayudarles colocando en el exterior de su ventana unas bolitas de pan con miel…así lo decía la tradición.
Es una historia que irradia sensibilidad, inocencia y, sobre todo, fantasía. En ella se pone de manifiesto el amor que, una pequeña como Irma, siente por su familia a pesar de los problemas y las dificultades para salir adelante.

Cuenta la leyenda que en las montañas mora un hombre de edad desconocida y del que se sabe únicamente que posee una vasija de cristal por cada uno de nosotros. El tamaño de nuestra vasija tiene que ver mucho con el número de personas que llevamos en nuestro corazón. Cuenta también la leyenda que una urraca recogerá al amanecer todas y cada una de las bolitas de pan con miel que hayamos depositado, la noche anterior, en el exterior de las ventanas de casa; con la esperanza…………………………………………………………………
Irma, la protagonista de esta historia, conocía muy bien esta leyenda pero nunca pensó hasta qué punto podría ser cierta.
Ella era la pequeña de una familia con ciertos problemas y con muy pocos recursos, a los que, sin embargo, les sobraba humildad y bondad. Habitaban en una casa en mitad del bosque que se parecía más a una casa de labranza que a una de campo y cuyos antiguos moradores poseían antaño unos terrenos. No era el caso actual de Irma y su familia. Más bien se trataba de una casa ciertamente destartalada.
Su padre, estaba en cama a causa de una extraña enfermedad de la que no conocían cura, sencillamente porque no tenían suficiente dinero para tratarla en un centro médico adecuado.
Su madre, era el verdadero sostén de la familia. Se levantaba de noche, antes de que el sol rompiese por el horizonte, para recorrer a pie por caminos de fango en invierno y de polvo en verano los casi quince kilómetros que les separaban de la ciudad. Allí, limpiaba en casas, atendía enfermos y mendigaba unas monedas para poder mantener con vida, día a día, a su familia. Para ella sólo existía el presente y, como mucho, su objetivo era el mañana. Regresaba a casa cuando el sol ya se había despedido.
Su hermano, al ser mayor que ella, pasaba su tiempo cuidando de su padre y llevando adelante, como podía, sus estudios. Era la esperanza de su familia.
Por su parte, Irma, empezó aquel curso, con el permiso de su madre, a recorrer sola los tres o cuatro kilómetros que separaban su casa de la escuela comarcal. Hasta que creció lo suficiente, solía estudiar en su casa, ayudada por su hermano.
No tenían luz ni agua corriente. Era muy triste ver a la pequeña trabajando tras una vieja carretilla, en busca de madera en los montes cercanos. Peleándose con las piedras del camino que abultaban casi más que ella, y le dificultaban el andar, iba a una fuente cercana de la que, a duras penas, brotaba el agua que necesitaban en casa.
En su camino a la escuela siempre tenía que saltar una cerca y atravesar una finca que pertenecía a un hombre con un carácter que, a Irma, le daba mucho miedo. Por ello, en cuanto ponía sus piececitos al otro lado de la valla corría a todo correr, con sus libros bajo el brazo, hacia el lado opuesto de la hacienda para salir de ella lo antes posible y poder continuar su camino hacia la escuela, sola por el bosque. Ese atajo le permitía ahorrar una media hora. Cuando estaba a mitad de camino, en su “volar” por la finca, siempre oía al hombre del carácter agrio maldecir, desde la ventana de la casa, y amenazar con darle una buena azotaina el día que consiguiese atraparla. “Se te van a quitar las ganas de volver a entrar en mi finca sin permiso”, gritaba desaforado y realmente enojado.
“¡Cualquiera le pide permiso!”, pensaba Irma.
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Un buen día, Irma, recordó la leyenda del hombre de las montañas y se fue rápidamente a la cocina y cogió un poco de pan duro, lo mojó, e hizo unas tres bolitas que no fueron todo lo grandes que hubiese querido ya que sus manos tampoco lo eran. “Bueno, tendré que hacer más para.........”, pensó. “Seguro que si coloco las bolitas de pan con miel en la ventana la urraca las llevará y ………………………………………………
Una vez formadas las bolas las untó en miel con mucho cuidado, como el que hace un pastel para el más exquisito de los paladares. Ya preparadas y antes de que llegase su madre, pues no estaba muy segura que aprobase lo que estaba haciendo, abrió el ventanuco de madera vieja y agrietada de su cuarto y las depositó en el saliente, pegadas a los laterales, para evitar que el viento las tirase. Después se chupó los dedos: los tenía muy pringosos, producto de su esmerado trabajo.
Estaba excitada y le costó conciliar el sueño esa noche. Deseaba que llegase el día siguiente para ver si la urraca se las había llevado a las montañas.
Con los primeros rayos del sol penetrando por su ventana, se despertó y …………………………………..



3 comentarios:

Rosa Elena González dijo...

¡¡Enhorabuena, José Ramón y Mari Carmen!!
"Cuenta otra leyenda, qué, el que la sigue, la consigue..."
Felicidades por este fruto de tanto trabajo y esfuerzo

ethan dijo...

Enhorabuena!!! Seguro que será un éxito! Un fuerte abrazo!!

José Ramón de Cea dijo...

Muchas gracias a ambos: Rosa y Ethan. Espero que sea un éxito porque es una historia cargada de mucha fantasía y gustará mucho a los pequeños y, sobre todo, a los padres. Es curioso pero llegamos a los niños a través de los padres y "Pan con miel" es uno de mis cuentos que gusta mucho a los mayores. Sí, Rosa, todo cuesta mucho trabajo y, sobre todo, constancia. He tenido suerte porque he encontrado una compañera muy profesional y constante...y al final salió. Creo que va a gustar mucho. Ya veremos. Muchas gracias por vuestros comentarios y un gran abrazo cariñoso para ambos.