Buenas tardes amigos, después
de más de mes y medio sin dar señales de vida: la vida ajetreada que llevo en
esta época no me permite venir a pasar un rato con vosotros y, eso, os lo
aseguro, me crea una ansiedad que puedo gestionar unas veces mejor que otras…y
cuando ya no lo resisto más, es cuando aparco todo y me vengo con vosotros. ¡Qué
tiempos tan maravillosos aquellos en los que cada quince días, más o menos, aparecía por aquí para contaros algo! Espero que vuelvan pronto.
Bueno, pero, de momento, hoy sí
estoy rompiendo mi silencio y mi “indiferencia” obligada. Estoy encantado
aquí, sentado frente a mi pantalla, sin nada planeado que decir y, únicamente,
feliz por poder acariciar las teclas para crear palabras y transmitir
pensamientos. Os voy a contar un secreto que alguno de vosotros, mis amigos a
los que conozco en persona y sé que también nos visitáis, conocéis ya desde hace
tiempo: entre mis hobbies está el de la música y, concretamente, el de
interpretarla a través o, mejor dicho, mediante mi saxo. No soy profesional, ni
llevo demasiado tiempo disfrutándolo: soy un estudiante que tras cinco años
intentando que suene bien para poder transmitir sensaciones a los que me
escuchen, se encuentra feliz de haber tomado la determinación, un día, de aventurarme en este campo. Me gusta mucho la música; cualquier tipo de música…bueno, cualquiera
no,…hip-hop…rap…Me encanta escuchar música: la clásica, el jazz, el pop, el rock, el
country,…prácticamente toda. Me encanta tocar lo que sé con mi saxo y aprender
a tocar lo que me encuentro en las partituras que me presenta mi profesor, al que mando un fuerte abrazo desde aquí...bueno no sólo a él, sino a los otros tres magníficos profesores, de ambos sexos, que he tenido la fortuna de tener. Esas partituras que cuando me las trae veo imposible el que algún día sea capaz
de interpretarlas aceptablemente bien. Pues en eso estoy, y la verdad es que a cualquiera de
vosotros os aconsejo, si me lo permitís, que elijáis un instrumento para
aprender a tocar y os metáis en este mundo. A nuestro nivel da muchas satisfacciones y
supone un reto personal, que forja nuestro carácter, por muchos años que
tengamos…ya no somos unos niños…desgraciadamente, porque si hubiese empezado de
niño ahora creo que disfrutaría mucho más de mi saxofón y la música que sale
por su campana. Efectivamente supone un reto el día a día estudiando frente a
una partitura que se me antoja demasiado difícil para mi nivel. Pero, una de
las cosas buenas que tiene es que, durante el tiempo que dedico al estudio, me
desconecto del mundo y ello me provoca una sensación de bienestar difícil de
describir cuando acabo y limpio las zapatillas de mi dorado instrumento. Sí, la
música y su estudio es algo que merece la pena experimentar y hoy, que hablamos
de ello, aprovecho para recomendaros que os acerquéis a ella, que no os
arrepentiréis…y espero que me lo contéis si alguno sigue mis consejos.
Pues ya veis que la entrada
tiene que ver con la música. Os quiero presentar un cuento nuevo que nos habla
de la dificultad que tiene un saxo, el protagonista de la historia, para tocar
una determinada nota con la afinación adecuada; y de la desesperación de sus
compañeros intentado ayudarle…¿lo conseguirán?...¿qué inventan para ayudar a Sax
con su problema?
“La nota que faltaba” es un
cuento ilustrado por mi compañera Tania Rico Fernández (reservados los derechos
de autor. http://www.tristania.es/ http://artenuntris.blogspot.com.es/
https://www.facebook.com/tristaniarico
). Ella, como sabéis, es la persona que ha ilustrado también “Cosme y la trucha”
y ya os adelantaba, en la entrada del 2 de junio del año pasado, que estaba
ilustrando el cuento que hoy os traigo. Además, y esto es reciente, ha sido
aceptado por una editorial y en breve esperamos que sea publicado. Esto es una
buena noticia para ambos pues es la recompensa a nuestro trabajo y tesón, a la
hora de conseguir que nuestras historias ilustradas sirvan para crear ilusiones
en todos los que deseen acercarse a ellas a través de un libro físico, de los
que se dejan acariciar y huelen a imprenta; o a través de la pantalla de un lector
de libros electrónicos. Ya os tendré informados de los avances en este proceso.
De momento, aquí os traigo una parte para que vayáis familiarizándoos con él y
con la maravillosa forma que Tania ha tenido de darle vida.
Un abrazo a todos y espero que
no me lleve demasiado tiempo el que pueda volver a sentiros cerca.
José Ramón.
Sax, un jovencísimo Saxofón Alto, intentaba poder
llegar a formar parte de la banda del pueblo a la que pertenecían todos sus
compañeros instrumentos, pero le resultaba muy difícil llegar a completar la
escala musical que debía sonar, dulce y cálida, saliendo por su dorada campana.
Sus amigos trataban de ayudarle, aunque no les
resultaba nada fácil.
Esta historia nos habla de música, de la base del
conocimiento musical en los inicios del aprendizaje, siempre duro, de un instrumento
musical.
En esta historia se transmite, a través de lo
contado, lo importante que es, en la comunicación con los demás, el buscar las
mismas referencias y puntos de encuentro para que ésta sea fluida y provechosa.
En definitiva, se trata de una entrañable historia
en la que a través de la enseñanza musical nos asomamos, también, al mundo de
las relaciones personales y del compañerismo y la colaboración, la amistad, y la
labor de equipo, en el seno de un grupo como el que tenían Sax y sus amigos.
Ésta es la historia de
Sax, un Saxofón Alto que todavía, como era muy pequeño, no había encontrado la
manera de tocar todas las notas de su registro; es decir, todas las notas que
un instrumento como él debería saber tocar.
¿Por qué no se lo
enseñaban sus padres? os preguntaréis. Pues os contaré que su padre, un Saxofón
Tenor, y su madre, uno Alto como Sax, eran dos prestigiosos instrumentos que
viajaban dando conciertos por todo el mundo con su banda. Un fatal accidente de
avión durante uno de esos viajes hizo que Sax se quedase solo. Desde entonces
vivía con sus amigos instrumentos entre los que, por desgracia, no había ningún
otro saxofón como él.
Los días para Sax transcurrían
intentando ser capaz de tocar la nota “Sol” –era la única nota que le faltaba por aprender a
tocar– para poder, como instrumento solista que era, interpretar cualquier
canción que le gustase y, sobre todo, para formar parte con sus amigos de la
magnífica banda que tenían. Él sabía cuáles de sus llaves deberían permanecer
abiertas y cuáles cerradas para poder hacer sonar la nota que le faltaba: Sol.
El problema era que no sonaba como debería y no encontraba quién pudiese
enseñarle a hacerlo.
–Ven, Sax, que te voy a enseñar cómo tocar Sol –era
Paiano, un joven piano que siempre que podía hacía lo imposible por ayudarle.
Paiano tocó “su” Sol –sonaba muy claro y muy fuerte–
mientras Sax acercaba su campana para oírlo mejor.
Sax adoptó su posición para tocar Sol y… el sonido
era distinto y apagado.
–Lo he oído bien, pero soy incapaz de reproducirlo –dijo
Sax desconsolado.
–¡Espera, espera! –dijo Clarín, un clarinete muy
delgado y nervioso–. Déjame intentarlo a mí.
Con su habitual
hiperactividad, que chocaba con la tranquilidad del bueno de Sax, se metió
físicamente en la campana de aquél y tocó tan fuerte su Sol que a Sax
estuvieron a punto de saltarle por los aires las zapatillas de sus llaves.
Todavía alterado y sin haberse repuesto del sonido de Clarín, intentó
reproducirlo, de nuevo sin éxito…
…………………………………………………………………………
–¡A ver, a ver, un momento de atención! –acababa de
llegar Guitar, una guitarra española muy alegre y dicharachera.
–Ven aquí, Sax, súbete en mi cadera y escucha…
…………………………………………………………………………………
6 comentarios:
¡Enhorabuena! Puede que tarde más o menos, pero al final siempre llega la recompensa a un trabajo bien hecho.
Un fuerte abrazo
Muchas gracias, Ethan. Posiblemente lo presentemos en la Feria del Libro de Madrid, el día 27 de mayo. Ya lo iré confirmando, pero aprovecho ahora para decir a todos los que en esa fecha puedan llegar a estar en las inmediaciones que se acerquen a vernos que,Tania y yo, estaremos encantados de saludarles personalmente. Como digo, iré confirmando lo que ahora vemos a tres meses de distancia y si salen las cosas como las tenemos previstas. Un abrazo y gracias por tu felicitación.
Si has tocado alguna vez un instrumento musical, puedes entender a la perfección "la nota que faltaba".Una maravilla, mucha suerte, de verdad!!!!
Gracias, ORB. Echaba de menos tus comentarios. Me alegro que este cuento, que está a punto de ver la luz, como he dicho en la respuesta a Ethan, lo veas tan cercano a los que sepan algo de música y tengan la suerte de poder tocar un instrumento, sea el que sea. Esa fue mi intención cuando lo escribí y supone una satisfacción el saber que algo acerté. Un abrazo y gracias, de nuevo, por estar ahí. José ramón.
Este cuento también se podría aplicar a las personas. Cuantas veces nos falla o no sabemos dar la nota precisa en un instante de nuestras vidas!! Y cuantas veces también alguien que es tu amigo te ayuda a intentar sacar esa nota que se te resiste..
Interesante aplicación a la vida real de lo que cuento en esta historia, cuyo único propósito era el musical, Beatriz. Esta es la magia de la literatura que en la mente de cada uno de nosotros cobra una vida y representa una historia diferente...una historia que nos permite vivir lo que leemos de una manera especial: hecha a medida nuestra. La finalidad de los cuentos es siempre la moraleja final, los valores que representa, las enseñanzas de vida, etc. Para ti, Beatriz, ha tenido un significado de mucha aplicación a nuestra manera de conducirnos en la vida. Me siento muy orgulloso de que mi historia musical te haya inspirado esos valores de prudencia, saber estar, respeto y compañerismo. Gracias por tus comentarios que, como te dije el otro día enriquecen lo que escribo. Un abrazo. José Ramón.
Publicar un comentario