Hola, queridos amigos, buenas noches. No, hoy
no os convoco para adivinar mis lugares favoritos que busco para estar a solas
con mi papel y mi bolígrafo. Me gustaría llevar pluma pero es que son incomodas
para el trabajo de “campo”: habría que llevar también recambios pues seguro que
en el momento más inoportuno deciden pararse, no seguir…y te “cortan el rollo”,
y a veces cuesta retomarlo, os lo aseguro. En cambio, cuando escribo en casa,
cuando preparo mi rincón —vela,
música, té, silencio, mucho silencio…—, sí, decido si me apetece escribir la
historia que tengo en la mente, empujando por plasmarse en un papel cuadriculado
—ya os dije que siempre escribo en un papel con cuadraditos pequeños azules—,
con mi bolígrafo preferido, Parker, con un significado especial para mí; o si cojo
mi pluma reservada, por su comodidad, para estos menesteres. Pues eso, que hoy
no va de adivinanzas sino de cuentos y sueños, que es lo que más me gusta y lo
que da nombre a nuestro blog.
Pero antes de nada deciros que en mi cuenta
de Google +, desde la que seguís muchos de vosotros estas entradas del blog, ¡¡ya
he pasado las 104.000 visitas!! Muchísimas gracias a todos vosotros que os reunís
con nosotros a través de esa ventana, y gracias también a los que me habéis
añadido en vuestras cuentas de Google +. Día a día vamos creciendo los amigos
de este espacio y cita con los sueños y las ilusiones.
Y ahora sí, vamos a hablar de “Pan con Miel”,
cuento de gran sensibilidad y cargado de ilusión y esperanza, en la mente y los
actos de Irma, una pequeña que no tenía una vida fácil y que se encomendó a una
tarea difícil de creer pero cargada de ensoñación y fantasía. Era pequeña pero
muy responsable y sensibilizada con la situación por la que pasaba su familia. “Pan
con Miel” es, entre otras cosas, un canto a la responsabilidad, que no entiende
de edades ni de situaciones sociales, y de la que no parece que en nuestros
tiempos andemos demasiado sobrados. La responsabilidad, junto a la
capacidad de esfuerzo y sacrificio, son virtudes que nos permiten salir adelante
ante cualquier reto que nos presente la vida. No son las únicas, ni creo que
sean tampoco las más importantes, pero lo que sí es seguro es que sin ellas no
se consigue cosa alguna en esta vida que no te regala nada…nunca. Y esto, Irma, con su
corta edad, lo tenía muy claro.
Pues bien, Jezabel Reigada, (todos los derechos
reservados) que ya la conocéis por las entradas anteriores del 4 de julio de
2014 y el 28 de febrero de este año 2015, y cuyas páginas son:
ha dado vida a lo que escribí sobre Irma y sus anhelos e ilusiones…y mágias.
Jeza, muchas gracias una vez más por compartir proyecto conmigo. Un cariñoso
abrazo desde esta ventana acaba de salir camino del norte de España, camino
hacia la maravillosa Asturias —alguna de mis adivinanzas futuras vendrán de allí…seguro—,
camino hacia ti.
Pues os dejo con el proceso que siguió
Jezabel para ilustrar el párrafo que os traigo hoy. Disfrutad con él y meteros,
por un momento, en los sueños de Irma, meteos en nuestros sueños y volved
pronto que no puedo estar demasiado sin vosotros.
Un abrazo para todos.
Feliz noche de verano.
Sí, dicen que los sueños se cumplen si lo son
de verdad y se sueñan con intensidad. Esto debió de pasar por la cabecita de
Irma cuando viendo lo desgraciada que era la vida de su familia, quiso poner en
práctica lo que una Leyenda, transmitiéndose de generación en generación, llegó
hasta ella. Quería ayudarles colocando en el exterior de su ventana unas
bolitas de pan con miel…así lo decía la tradición.
Es una historia que
irradia sensibilidad, inocencia y, sobre todo, fantasía. En ella se pone de manifiesto
el amor que, una pequeña como Irma, siente por su familia a pesar de los
problemas y las dificultades para salir adelante.
Un buen día, recordó la
Leyenda del hombre de las montañas y se dijo que seguro que si colocaba las
bolitas de pan con miel en la ventana, la urraca las llevaría y las depositaría
en la vasija...
Dicho y hecho. Se puso manos
a la obra con cierta desconfianza, pues no creía demasiado que, a su vieja casa
perdida, viniese ningún pájaro por muy urraca que fuese, a recoger ninguna
bolita, por muy dulce que supiese. Se prometió que por ella no iba a quedar y
que lo intentaría con todas sus fuerzas.
Cogió un poco de pan duro; lo
mojó e hizo unas tres bolitas, que no fueron todo lo grandes que hubiese
querido, ya que sus manos no lo eran tampoco. Bueno, tendré que hacer
más.................
2 comentarios:
Un cuento para la crisis, y no me refiero sólo a la económica, sino a la de valores que casi es peor.
Bonito dibujo y muy buena la secuencia de borradores hasta el definitivo.
Abrazos.
Muchas gracias por tu comentario, Ethan (amigos, os recomiendo daros una vuelta por la página de Ethan: http://www.fernandodecea.com/)
Sí, Jezabel es una artista espectacular y dibuja con una sensibilidad que le va muy bien a la historia. En la no falta, como historia que pretende construir un álbum ilustrado para público infantil, referencias a los valores que una sociedad debería tener para ser eso, una sociedad, y no una reunión, más o menos apretada, de personas y a veces de gente. Me alegro que hayas hecho referencia a ello porque todos mis cuentos pretenden, a veces de manera explícita y otras implícitamente, hablar de valores y tratar de que los más pequeños los interioricen y los hagan patentes en el proceso de su crecimiento hasta hacerse personas responsables y líderes de nuestra sociedad. Los valores, en mis cuentos, son una base importante y representan la columna vertebral de las historias. Gracias de nuevo por tu colaboración. Un abrazo y hasta la próxima.
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