Hola, buenas noches queridos seguidores de
“Cuentos & Dreams”. Sí, creo que os habréis dado cuenta del cambio del
nombre de este espacio. ¡Renovarse o morir! No sé qué pensaréis del nombre, si
os gusta o preferíais que no lo hubiese cambiado. Creo que representa un guiño
a nuestros amigos de fuera de España de habla inglesa y a la vez he querido no
personalizarlo tanto como estaba pues no es sólo mío, y no sólo yo soy el
artífice de todo lo que nos encontramos en él. No sé, ya me diréis en vuestros
comentarios. Por cierto, creo que lo del cuento que os he prometido a los que
comentéis lo que os parezca en cualquiera de las entradas del blog no ha sido
aliciente suficiente para estimularos a expresar y compartir vuestros
pensamientos y pareceres con todos nosotros…bueno, como queráis: éste es un
espacio en el que cada cual entra y hace lo que le apetece porque,
principalmente, es un rincón para estar a gusto sin obligaciones. Si vosotros
estáis a gusto así, yo también.
¿Y qué os traigo hoy? Pues como ya hacía muchos
meses que no compartía con todos vosotros una nueva historia, hoy he querido
traeros “La segunda oportunidad”.
La vida no siempre nos trata como quisiéramos;
siempre creemos que deberíamos ser tratados de forma diferente a como lo somos
y la verdad es que siempre nos vemos mejores de lo que nos ven los demás, y nos
creemos mejor y más capacitados de lo que en realidad somos y…a veces tenemos
razón, pero otras no tanto. Para ser capaz de valorarnos con imparcialidad, a
nosotros mismos, necesitamos ser muy honestos y muy sinceros y ser capaces de
no hacer “el avestruz” cuando entrevemos el resultado de nuestro análisis y nos
convencemos de una realidad distinta. Esa realidad no es la nuestra, sino la
que nos gustaría abrazar.
Esta historia va de esto: de unas personas
honestas que aceptan su realidad y día a día tratan de sacar adelante a su
familia sin pretender ser algo más que lo que son: unos hombres buenos…y también va de esa segunda oportunidad que la vida, a veces, nos da….Lo difícil es darnos cuenta
de ella y saber aprovecharla…De la mano de Alipio quizá entendamos algo más sobre lo caprichosa que es la vida, de vez en cuando…
Ésta, que a continuación os presento, es la
sinopsis de este cuento sin edad objetivo definida. Espero que os guste lo que
os traigo.
Buenas noches y qué descanséis y si soñáis algo
agradable con la ayuda de lo que habéis disfrutado en nuestra página, mejor que
mejor. ¡Felices “dreams”!
José Ramón.
¡Venga, inténtalo de nuevo esta vez…!, no
es frecuente que nos diga esto la vida.
Las segundas oportunidades no siempre
pasan de nuevo ante nuestra mirada…Esto quizá lo supiese Alipio, el
protagonista de esta historia; o quizá no…; pero de lo que no cabía duda es de
que trabajaba y trabajaba para que la vida reparase de nuevo en él. “La
Segunda Oportunidad” es un entrañable relato en el que se resalta la
importancia de valores como la amistad, la generosidad y la fe en que el
esfuerzo diario, llevado con determinación, da siempre sus frutos.
“La Segunda Oportunidad” es la
constatación de que la vida nunca regala nada que no se haya buscado con
denuedo.
―Buenas
noches, Alipio ―saludó
aquel hombre que siempre esperaba sentado en la puerta por la que accedían los
trabajadores encargados de limpiar y revisar los trenes del metro, para
dejarlos listos y que pudiesen iniciar su monótono y diligente rodar a las
cinco y media de cada mañana.
―Hola,
Andrés. ¿Cómo has pasado el día? ―contestó
Alipio, con el cariño que le inspiraba el buen hombre que, por no haberle
tratado demasiado bien la vida, se veía obligado a pedir todas las noches en
aquel lugar. Se las pasaba enteras en vela, sentado en aquella puerta, en
paciente espera (tenía una gran responsabilidad: sacar adelante a su familia
numerosa) de alguna moneda que, gracias a Dios, siempre le caía.
Alipio era una de esas personas que todas
las noches dejaba algunas monedillas en sus castigadas, por la vida, manos.
Aunque le hacían tanta falta como al bueno de Andrés, Alipio solía pensar que
“por lo menos yo tengo este trabajo…” y así compartía con él lo poco que tenía
y podía.
Alipio, era un hombre de mediana edad, con
mujer y tres hijos que alimentar. Ella, su mujer, pedía en el mercado vagando
entre los puestos de verduras cuando no conseguía ser empleada en una casa para
limpiar. Era una mala época y el trabajo escaseaba. Por su parte, su marido,
conseguía llevar a casa su pequeño jornal, ganado con su trabajo nocturno. Por
las mañanas se pasaba viajando por los vagones de metro de la “Línea 7” cuya
última parada estaba próxima a los hangares a los que, al final de la jornada,
llegaban todos los trenes para su limpieza y reparaciones para el día
siguiente. Viajaba mientras tocaba su vieja flauta. La tocaba con tal
sentimiento que los vigilantes de esa Línea –conocedores de su dura vida y de
que, en cierta manera, era parte de la Empresa gracias a su trabajo nocturno–
hacían la vista gorda a la hora de permitírselo. Por su parte, los viajeros
disfrutaban tanto de su música que, gustosamente, le premiaban con un dinero
que le servía para incrementar su salario nocturno y, de esa manera, conseguir
llegar a final de mes, más mal que bien.
………………………………..
¿A quién se le habrán caído?, pensó. No
había ninguna cartera, ni tarjeta, ni cosa alguna que identificase al dueño de
aquel …………………………….
Se agachó a la altura del asiento de aquel
cuarto vagón. ¡Cielos!, no está ………………….
………..pero… ¿qué es esta bolsita?, se decía,
realmente sorprendido por el hallazgo. La abrió con sumo cuidado. Su corazón
palpitaba tan intensamente que pensó que se le iba a salir por su boca abierta.
Vació el contenido de la bolsita en su grasienta mano izquierda y………………
Al día siguiente, pasando de vagón en
vagón, entró en el que hacía el número cuatro -aquél que limpiaba por las
noches- sacando la flauta de su raída chaqueta.
De lejos, fijó la mirada en el asiento en
cuestión. No había nada en el suelo, lo que era señal de que………………………………
Pasaron las horas. La gente entraba y salía
apresuradamente, presa de su ajetreada y, de alguna manera, estresante vida. Lo
hacía sin reparar en Alipio que esperaba pacientemente mientras dejaba escapar
dulces sonidos a través de los orificios de su inseparable compañera. Analizaba
los gestos y movimientos de los nuevos viajeros en busca de algún indicio que
le diese una pista ...........................................................
De pronto, entró y se dirigió hacia el
asiento vigilado, un hombre robusto, con apariencia de tener una situación
acomodada. Tenía unos grandes bigotes blancos y unas gafas que le daban un aire
de indudable altivez. Lucía un caro reloj y, entre su chaqueta abierta, tocada
con un elegante pañuelo, se dejaba ver un cinturón a juego. Se sentó, y sus
pantalones descubrieron, con todo su brillo, unos zapatos de marca.
Ese es mi hombre. ¡Atención! Se preparó
Alipio. Se dispuso a tocar su flauta
para acercarse a su “objetivo” cuando éste, el adinerado caballero -a juzgar
por su presencia-, se levantó de repente y...........................................................................................
2 comentarios:
Hola de nuevo! Sobre el cambio de nombre, yo pienso que muy bien, como bien dices renovarse o morir. Por otra animar a todos los que entramos en este blog, que se animen escribir sus comentarios, creo que merece la pena.
Sobre "LA SEGUNDA OPORTUNIDAD" me parece que va a ser muy buena esta historia, y para los un poco sensibles puede ser que les brillen los ojos.Como siempre mucha suerte.
Muchas gracias, ORB, por tus comentarios de apoyo. A ver si alguien más se anima a hacer algún comentario. Un abrazo. José Ramón.
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