Buenas
noches amigos. De nuevo con vosotros en esta noche en la que me apetece entrar
en este rincón en busca de vuestra compañía a través de esta maravillosa
ventana que nos proporciona internet. Esta es una de esas noches en las que me
apetece sentarme frente a la pantalla de mi viejo ordenador (ya le quedan pocos
días pues está en camino un flamante portátil) y ponerme a contar cosas sin
parar, a veces sin demasiado sentido; es como si necesitase hacer gimnasia con
mis dedos presionando las letras del teclado; me pasa como a esa gente que
necesita imperiosamente hablar, hablar y hablar…por el mero hecho de hablar.
Pues sí, hoy necesito estar con vosotros un rato. ¿Sabéis? Sois muchísimos los
que os acercáis por estos parajes de las ilusiones que se me pasan por la
cabeza. Digo esto porque, si bien estamos en las siete mil y pico visitas en
este blog, ayer descubrí que en mi cuenta de Google +, asociada a este blog (en
ella aparecen las mismas entradas que publico en esta página), vi, y lo
desconocía hasta entonces, que puedo presumir de tener unas cincuenta y casi
dos mil visitas…esto es de un gran valor por lo que significa que mis trabajos
y los de “mis” ilustradores se ven mucho y gustan bastante más de lo que me
esperaba. Gracias a todos vosotros que leéis todo esto que escribo en el blog y
a los que lo hacéis a través de mi cuenta de Google (https://plus.google.com/106222736834964333419).
La podéis encontrar, también, justo al costado de mi fotografía que encabeza
este blog.
Tengo
ganas de escribir, de contar historias, de volcar lo que pasa por mi mente en
un pedazo de papel cuadriculado; sí, me gusta que sea cuadriculado…blanco está
demasiado solitario y me impone respeto; las cuadrículas me ofrecen rincones en
los que parapetarme y, como si nadie me viese, volcar en mi soledad lo que
quiero compartir.
Pues
hoy os quiero contar un cuento…o parte de él, ya sabéis…Hace mucho tiempo que
no os traigo uno inédito y hoy me apetece hacerlo. Me gustaría tener más tiempo
para escribir más cosas; para escribiros más y mejor, pero no me es demasiado
fácil encontrar el momento adecuado para hacerlo. Hoy sí lo tengo y os voy a
hablar de….
St.
Kirsten.
¿Nos
hemos preguntado alguna vez qué tienen de especial los colegios de élite?
St.
Kirsten era uno de ellos y en esta historia os cuento el porqué, los alumnos
que año tras año pasaban por sus aulas, conseguían tan buenos resultados.
Nicolás
sabía mucho de esto. Los duendes lo saben todo de nosotros...
En
esta historia trepidante, llena de ternura y acción, se pone de manifiesto lo
importante que es en la vida la responsabilidad con la que debemos acometer
nuestras obligaciones.
Es
una historia en la que Nicolás, sustentado siempre por el recuerdo de su
querida Amalia, cumple con su obligación de mantener St. Kirsten como lo que,
desde la época de sus antepasados, venía siendo: uno de los mejores colegios de
élite del país.
Espero que lo disfrutéis en esta noche en
la que ya, muchos de vosotros, estáis disfrutando de unas ansiadas vacaciones
de Semana Santa, al menos en España. Yo ya estoy de vacaciones y he encontrado
un momento para escribir una nueva historia: mañana temprano, muy temprano, me
levantaré, desayunaré y con mi música de yoga, que es como me gusta escribir,
lo haré en el silencio de mi rincón, frente a mí papel cuadriculado…después
vendrá el momento del frío ordenador…
A todos, que mi historia os acompañe en
vuestros sueños y que lo sean de ilusiones, de esas que os mantienen vivos y
deseando que amanezca de nuevo. Felices sueños, queridos todos.
José Ramón.
El sonido de la bocina que indicaba
el inicio de las clases esa mañana del mes de abril sonó angustiada y
desagradable, como siempre, en el antiguo y majestuoso patio del colegio.
Esa era la señal para que, los
siempre serios profesores, indicasen a los niños que ordenadamente esperaban
haciendo fila, el camino de las aulas.
St. Kirsten era uno de esos colegios
denominados de élite; de esos en los que en su momento estudiaron los más
insignes políticos, economistas, arquitectos, etc, que en la actualidad
lideraban los puestos más importantes de la Nación.
¿Os habéis preguntado alguna vez el
porqué unos colegios son de élite y otros no? Pues la respuesta la encontraréis
a lo largo de esta historia que voy a relatar.
Mucha de la culpa de este éxito
atribuido a determinados colegios, por lo menos en el caso del de esta
historia, era debida a personajes como Nicolás.
Nicolás se encargaba de velar por el
colegio y por sus ocupantes, no sólo por los que, por estar lejos de sus familias,
habitaban en su residencia; sino también por los que todas las mañanas acudían
al colegio en distintos autobuses procedentes de todos los lugares de la
ciudad, e incluso de otras ciudades vecinas, para asistir a clase. Él velaba
por todo y a todas horas; no importaba que fuese de día o de noche porque los
duendes no necesitaban descansar.
Sí, Nicolás era un duende de
apenas unos treinta centímetros que, según se dice, es la estatura media de los
duendes. Era de color verde clarito y tenía unos ojos grandes y avispados,
además de una prominente nariz que casi se juntaba con su no menos prominente
barbilla. Iba tocado, por supuesto, con su característico gorro terminado en
punta. No se podía decir que fuese un duende agraciado, ni tampoco que no lo fuese;
simplemente que era un Duende con mayúsculas y que estaba encargado de la
protección de “su” colegio.
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Aquel día, en ese comprobar
rutinario, detectó que una ensalada tenía una salsa que no estaba en buen
estado. Sólo con verla, olerla, probarla…¡qué sé yo cómo lo hacía!, nuestro
duende era capaz de detectar si algo estaba en unas condiciones que pudiese
perjudicar la salud de sus protegidos; lo cual era su principal misión y para
lo que moraba en aquel colegio. Aquella ensalada lo estaba y tenía que
ingeniárselas para que no fuese llevada al comedor, en aquellas condiciones,
para su distribución.
Una característica negativa que
poseen los duendes es que no son demasiado fuertes; más bien son débiles en
cuanto a fuerza muscular aunque la suplen con una fuerza intelectual
portentosa.
Tenía que hacer que una de las
cacerolas que reposaba junto a cazos y otros artículos de cocina, más bien
desordenados, en las estanterías desde las que se divisaba ahí abajo la
ensalada, cayese
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Era el momento de dirigirse a las
aulas y Nicolás salió rápidamente de la cocina en dirección a aquéllas. Debía
estar atento por si tenía que sacar de apuros, antes de ir a comer, a algún que
otro alumno que no tuviese su día. Cuando Amelia vivía, Nicolás se pasaba todo
el tiempo velando por los estudios y los resultados en los exámenes de los
pupilos.
De vital importancia era si los
alumnos se aplicaban y prestaban atención a las enseñanzas de sus profesores;
pero mucho más si el duende o los duendes, como era el caso de Amelia y
Nicolás, estaban prestos a sacarles de apuros en los exámenes o cuando sus
maestros les preguntaban minuciosamente, de pie junto a la pizarra, la lección
del día. Nicolás era uno de los duendes totalmente entregados a la protección
de los alumnos y a conseguir que sus notas fuesen de las más altas de entre los
colegios del país. En los exámenes ............................
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Por lo contado, es por lo que digo
que los alumnos de los colegios del tipo del de esta historia: futuros médicos,
políticos, investigadores, etc.; eran buenos, pero no tanto como se pensaba y
se piensa en la actualidad. Los verdaderamente buenos y artífices de sus éxitos
escolares y posterior prestigio eran los duendes que los protegían; en este
caso, Nicolás. En el éxito de su trabajo radicaba la diferencia entre unos
colegios y otros; entre que unos fuesen considerados de élite y otros no tanto.
Un buen día, ya de noche, realizando
Nicolás su “ronda nocturna” velando por el sueño de los alumnos residentes,
cosa que no hacía tan diligentemente, por cierto, el guardián que por las
noches estaba a cargo de la seguridad del colegio; pasó al lado del citado
vigilante y lo vio sentado en su cómodo sillón, con la televisión encendida y
totalmente dormido. No daba crédito a lo que veía. Un primer impulso le llevó
a............................................................
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Este cuento está registrado
con la solicitud de registro de la propiedad intelectual num:
V-898-13.
2 comentarios:
Habrá que esperar para saber ese impulso de Nicolas. Seguro que merece la pena esa espera. Un saludo
Ya he recibido algún buen comentario sobre la historia por parte de algún ilustrador/a, ORB, y espero que pronto pueda encontrar al que se anime a ilustrarlo...te aseguro que merece la pena y espero que pronto pueda traeros algunas de las ilustraciones que le den vida. Un abrazo y gracias por tu comentario.
José Ramón.
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