Hola, queridos seguidores de este blog. Bienvenidos a una nueva cita con
la literatura infantil, aunque en este caso, en el caso de “El Globo de la vida”,
podríamos decir que se trata de un cuento que disfrutarán de igual manera los
niños y los mayores: es un cuento que no tiene una edad-objetivo definida.
El 24 de junio del año pasado (¡ya hace más de un año! ¡El tiempo vuela!)
esta historia se asomó por primera vez a nuestro blog. Hoy, un año y casi un
mes después, lo vuelve a hacer. Os la traigo, de la misma manera que entonces,
pero, en esta ocasión, acompañada por algo que a los que escribimos este tipo
de historias nos gusta mucho y es, ni más ni menos, el ver cómo se van dando
los pasos desde que una ilustración, que acompañará parte del texto, se concibe hasta que sus trazos rápidos, que plasmaban la idea inicial, se van
haciendo firmes y van dando vida segura a los personajes. Aquí os traigo el
boceto inicial de una ilustración ya conocida por vosotros, al menos por los
antiguos del blog. El autor, me permito recordaros que es un muy buen
ilustrador argentino, muy realista como os dije en su momento, de nombre Juan
M. Moreno (todos los derechos reservados, http://suripatagonia.blogspot.com.es/),
al que desde aquí, una vez más, envío un fortísimo abrazo de agradecimiento que
espero que llegue con toda su fuerza a tierras argentinas (La Plata).
Bueno, amigos, os dejo con las cálidas corrientes de aire y la
incertidumbre de Justino en su viaje en El Globo de Vida.
¡Disfrutadlo! Si así ha sido, me gustaría recibid vuestros comentarios,
en anónimo o con vuestro nombre (prefiero esto último), pues ello da vida al
blog y lo hace más vuestro; más nuestro.
Un afectuoso saludo.
José Ramón.
El “Globo de la Vida” es una
historia de fantasía en la que, de la mano de Justino, realizaremos un ilusionante
y, a la vez inquietante, viaje en globo. ¿La finalidad? De momento no la
desvelo y os dejo a vuestra imaginación el trabajo de completarla.
En este relato se ensalza,
fundamentalmente, lo importante que es la familia en la vida de una persona y
el cariño que debe existir entre sus miembros.
“Esta historia que paso a contar, me la contó en
su día el protagonista de la misma, aunque yo no me la he llegado a creer
nunca. Algo tan maravilloso no ha podido llegar a suceder. De todas formas,
como me la contó, hoy yo la relato aquí.
Justino era un hombre que ya pasaba de los
treinta. Vivía en una pequeña casa de campo que en su día formó parte de lo que
estaba llamado a ser una granja muy productiva, de las mayores de la comarca,
si no llega a ser por la desgracia que sufrió en su niñez. Dedicaba todo su
tiempo y sus esfuerzos a cuidar de su abuela, ya anciana y desde hace años
impedida. Cuando podía, y el cuidado de ella se lo permitía, con su vieja
furgoneta realizaba encargos y transportes que le reportaban un dinerillo con el que iban
sobreviviendo los dos, más mal que bien.
Pertenecían, en su tiempo, a una familia
adinerada; pero debido a la desgracia que cayó sobre ellos cuando Justino tan
sólo contaba con nueve años, les hizo tener que ir vendiendo las tierras que
rodeaban la casa, hasta donde la vista alcanzaba, y las reses, cuya magnífica
carne vendían a buen precio en los mercados de la zona.
....................................................................
Él me seguía contando…
Un buen día acababa de llegar de hacer unos
transportes cuando de repente, al bajarse de su furgoneta, vio uno de esos
grandes globos de colores que, en los días de buen tiempo, se divisan surcando
los parajes como aquél en el que vivían
Justino y su abuela.
Ante su asombro, el inmenso globo de bonitos
colores tomó tierra muy cerca de donde él se encontraba. Lo venía conduciendo
un hombre de edad difícil de calcular, pero con una sonrisa y mirada especiales.
Con un gesto de la mano lo invitó a subir a su nave. Él, Justino, no supo el
porqué accedió a la invitación, sin conocerle de nada y, sobre todo, porque
debía atender a su abuela que llevaba toda la mañana sola. No lo supo, pero lo
hizo.
Subió a la cesta del globo con la ayuda, sin
mediar palabra alguna, de aquel cautivador hombre. A continuación el quemador
soltó un chorro de fuego y el globo comenzó a elevarse. Empezaron a meterse
entre las nubes blancas que esa mañana cubrían parte del cielo, mientras
Justino veía alejarse su casa, desapareciendo de su vista, con cierta
preocupación.
Pasaron entre ellas un tiempo que Justino fue
incapaz de calcular. Estaba un poco asustado pues se decía cómo había sido tan
imprudente de subirse a ese artefacto, sin saber a dónde iba, ni quién era ese
hombre que con maestría lo guiaba, ni, sobre todo, cuándo iba a regresar.
....................................................................
¡Por fin, salimos de las nubes!, dijo aliviado al
ver de nuevo su casa y que estaban
descendiendo.
Mientras lo hacían vio un montón de vacas que
pastaban plácidamente y, pensativo,
concluyó que no las recordaba cuando subió a la cesta del aerostático.
Tomaron tierra a unos doscientos metros de la
casa y rápidamente se bajó,
despidiéndose del impasible tripulante que había permanecido en silencio todo
el viaje, agradeciéndole la invitación.
Se encaminó hacia la casa con larga zancada,
extrañándose de no ver su vieja furgoneta aparcada junto al porche.
De repente, de la casa salieron un corpulento
señor acompañado de dos chavales..............................
–Quédese con nosotros a cenar –le invitó
agradecido, Damián.
Justino declinó la invitación y se disculpó por
ello, pues debía regresar a su casa…aunque no sabía muy bien si eso era ya
posible. Estaba muy preocupado por su abuela.
Se despidió de ellos y se dirigió hacia donde su
impasible piloto lo esperaba; aunque ignoraba el motivo del porqué lo hacía.
Ya en el aire, de nuevo entre las nubes, trató de
sacarle algunas respuestas al dueño del inmenso artefacto,
pero..............................................................”
Este cuento está registrado con el nº de
registro de la propiedad intelectual
09/2010/2757 y en
http://people.safecreative.org/jose-ramon-de-cea-velasco
con el núm. 1108179882843
4 comentarios:
Vaya, recuerdo que la primera vez que leí este cuento me perdía, era algo extraño, tuve que leerlo una y otra vez, hoy os puedo decir que me gusta, que no me arrepiento de leerlo una y otra vez, he logrado entender la historia que nos cuentas y la verdad merece la pena... Un saludo
Hola, ORB, de nuevo. Me alegro que hayas sido capaz de adivinar el final, pero no lo cuentes para no coartar la imaginación del resto de amigos...:-) Me alegro que siga gustándote tanto como dices. Para mi también es un cuento especial, escrito en un momento especial. Un afectuoso saludo. José Ramón.
No se me ocurriría contar el que yo creo que es el final de este bonito cuento...puede ser que luego me lleve la sorpresa de equivocarme, espero que no...Saludos
Igual hago un sorteo a ver quién da con el final...no es fácil, te lo aseguro...
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